Arsenio, el ‘zorro’ más sabio

Arsenio, el ‘zorro’  más sabio
Arsenio Iglesias, leyenda del Deportivo y del deportivismo falleció a los 92 años | AEC

“Muchas gracias. Hasta la próxima. Y que Dios reparta suerte”. Hace casi 30 años Arsenio Iglesias finalizaba así una rueda de prensa mítica que todo deportivista debería ver. Aquel hasta luego se convirtió ayer en un adiós para siempre, el de una leyenda del Deportivo, del campo y de los banquillos, de la humildad, el orden y el talento, del control del vestuario. Arsenio, el técnico del Superdepor, nos ha dejado, pero su figura trascenderá generaciones, siempre presente. 


Leyenda en los banquillos, especialmente del que ocupó en el Deportivo, pero también referente de la sabiduría popular aplicada al fútbol, Arsenio Iglesias protagonizó éxitos balompédicos en paralelo a peculiares reflexiones ante los medios de comunicación que quedarán grabadas para siempre.

 

Oda a Arsenio
‘Os Diplomáticos de Monte Alto’, le dedicaron la canción Manda Tralla (Oda a Arsenio), en la que decían que “non hai Depor sen Arsenio nin Arsenio sen Deportivo”. El ‘zorro’ de Arteixo para unos, ‘bruxo’ para otros, es leyenda del conjunto herculino. 
Arsenio, que nació en la nochebuena de 1930, destacó con el Superdepor, a principios de los noventa. Allí lideró la transición de un equipo humilde a otro que podía pelear con el Real Madrid o el Barcelona, que perdió una Liga en el último minuto y conquistó la Copa del Rey de 1995, el título con el que puso el broche a su carrera en el equipo coruñés, al que ya había defendido como futbolista.

 

Críticas y aplausos
Triunfó y fue respaldado por Riazor, pero también hubo momentos en los que se le señaló. En ese escenario leyó pancartas como esta: “Arsenio propóntelo y vete”. Luego se transformó en un gran: “Arsenio, un de nós” (uno de nosotros). La misma frase que le recibió en el homenaje que el Deportivo le brindó en mayo de 2016, en un partido con el Real Madrid, en el que le impusieron la insignia de oro y brillantes del club, la máxima distinción del club.


Pudo jugar en el Real Madrid, pero su amigo Helenio Herrera le convenció para marcharse a Sevilla, donde no le le llegó a dirigir. Sí acabó en el banquillo blanco a mediados de los noventa, en su última etapa en el fútbol profesional, para suplir a Jorge Valdano y lidiar con un vestuario que no se lo puso fácil.


Como técnico, se preocupaba por la alimentación de sus jugadores, desde el desayuno a la cena. Era muy estricto y rígido desde la comida hasta el paseo.


Sus jugadores eran “os nenos” (los niños), especialmente los más jóvenes. El vestuario, algo familiar. Muchos a los que entrenó le recuerdan como un padre. 


Sus ruedas de prensa se convirtieron en germen de frases para el recuerdo. A veces comenzaban con un: “Arsenio, ¿qué?”. Y él daba rienda suelta a su sabiduría.


Entre las sentencias más recordadas, la de la “gallina en piel” o el “estoy muy exigido”. Aunque en realidad era de uno de los jugadores que tuvo, el peruano William Huapaya, que se la dijo a Arsenio cuando este le pidió un esfuerzo más.

 

Cuánto sufrimos
Fue otro diálogo el que más veces resuena en el Deportivo, el que mantuvo con Martín Lasarte después de salvar una promoción con el Betis. “¡Cuánto sufrimos, Martín!”. 
 

También tenía intuición. En 1994, el deportivismo estaba preparado para celebrar el título de Liga. Pero el ‘zorro’ advirtió: “Ojo a la fiesta, que te la quitan de los fuciños”. Y el Deportivo no la celebró. La fiesta fue del Barcelona a pesar de tener un penalti a favor en los instantes finales del partido que cerraba el campeonato con el Valencia en Riazor. 
 

Su rueda de prensa posterior marcó época. “Siento una gran tristeza por esas gentes de la calle, pensaba que podíamos desilusionarlos porque podía pasar esto, porque no es la primera vez me pasa, que le pasa a las gentes”, reflexionó aquella noche dramática para el deportivismo, aunque con un pronóstico erróneo: “(La Liga) una vez en la vida podríamos haberla conseguido y no pudo ser”. El Depor la logró en el 2000, aunque ya sin Arsenio en el banquillo, con Javier Irureta como sucesor en la época más gloriosa de la entidad. 
 

Su “qué duda cabe” fue la frase que más le acompañó. Incluso se convirtió en cántico de masas en un Riazor que ahora llora su muerte y le da el último adiós. “Mucho que decir y poco que contar”, como él decía. No cabe duda de que se ha ido una leyenda. 

Arsenio, el ‘zorro’ más sabio

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