El síndrome de la cara vacía ha puesto en alerta a los psicólogos, que perciben, sobre todo entre los adolescentes, un sentimiento de inseguridad al quitarse la mascarilla.
“La adolescencia es un momento en el que estamos forjando nuestra identidad. Nos suele importar especialmente ser aceptados porque aún nos estamos conociendo a nosotros mismos y relacionándonos a muchos niveles por primera vez. Por eso, temen ser rechazados o no ser aceptados del mismo modo por sus iguales".
Así lo explica, Andrea García, psicóloga de Arela, quien examina el impacto que ha tenido quitarse la mascarilla "entre los jóvenes" y explica a los progenitores cómo abordar esta compleja, y nueva, situación.
El denominado como "síndrome de la cara vacía" lo padecieron, sobre todo, los adolescentes, a quienes, al inicio de la pandemia, explica, les "costó ver la necesidad de utilizar la mascarilla frente a la covid-19” en muchos casos “por rebeldía”.
Durante la crisis sanitaria, la mascarilla en la adolescencia supuso, para algunas personas, una barrera que los protegía por duplicado. “A parte de cumplir una función sanitaria, evitaba que algunos complejos salieran a la luz”, comenta, “como los temidos brotes de acné”.
Por eso, relata, ahora "les cuesta asumir” la nueva normativa aprobada en el último Consejo de Ministros, que elimina la obligatoriedad de llevar mascarilla salvo en centros sanitarios o transporte público.
Pero la mayor dificultad con la que se pueden encontrar los padres reside en que sus hijos no quieran quitarse la mascarilla por un tema emocional. “Algunos adolescentes pasarán de sentirse seguros a una fase de evitación social. De golpe pueden volver a encontrarse con viejos complejos que ya creían falsamente superados”, vaticina.
Así, ante ello, la recomendación que da García a los padres es no forzar al adolescente a quitarse la mascarilla, sino tratar de fomentar su "confianza". “El obligarles a quitarse la mascarilla va a generar el efecto contrario. Lo mejor será hablar con ellos y explicarles los puntos a favor, y en contra, que tiene el ir con la cara descubierta. En todo caso, la decisión debe ser siempre suya”, finaliza la psicóloga.