Las encuestas del CIS existen: A mí me han llamado

"Me están llamando del CIS", les conté a mis amigos y, efectivamente, no se lo creyeron
Las encuestas del CIS existen: A mí me han llamado
Una persona descuelga un teléfono fijo

Tener teléfono fijo en casa es, cada vez más, una prueba evidente de pereza o dejadez. Seamos sinceros: cada vez lo utilizamos menos. El aparato permanece en la misma mesa camilla de siempre desde el principio de los tiempos, y su función, antaño imprescindible, ha quedado reducida a la recepción de llamadas comerciales que interrumpen la siesta. Esta tarde también me la interrumpieron, pero el motivo era otro.

 

-"Hola, buenas tardes. Mi nombre es XXXX. ¿Tendría unos mintos para atenderme?


Cuando estaba a punto de colgar con el habitual "No me interesa, gracias", escuché el motivo de la llamada y cambié de opinión.


-"Le llamamos del Centro de Investigaciones Sociológicas. ¿Sería tan amable de responderme a una encuesta sobre las elecciones autonómicas gallegas? Dura unos diez minutos".


¿Cómo iba a decirle que no, cuando yo era de los típicos que, ante cualquier barómetro electoral, siempre decía eso de "No me fío; no conozco a nadie al que hayan llamado"? 


-Adelante


Reconozco que tenía verdadera curiosidad por conocer cuál era el proceso y qué me iban a preguntar exactamente. Todas esas dudas iban a quedar desveladas en los próximos diez minutos. Era algo tan extraordinario que, mientras contestaba a la llamada, envié un mensaje de Whattsapp a mi grupo de amigos. Estas cosas hay que contarlas. "Me están llamando del CIS", les conté. Y, efectivamente, no se lo creyeron.


Tras responder a una serie de preguntas sobre mi edad, estado civil y cuántas personas vivían conmigo, llegaron las preguntas. Tan típicas como se pueden imaginar. Que a quién voy a votar, qué candidato me gusta más, a quién había votado antes o dónde me situaría ideológicamente en una escala del 1 al 10 entre la izquierda y la derecha. 


Tras despachar todas las preguntas, poner nota a los candidatos y confesar que soy periodista cuando me preguntaron a qué me dedicaba, la encuesta llegó a su fin. La mujer encargada de hacerla se despidió con el mismo tono de voz líneal e impersonal en el que se había desarrollado toda la conversación.


Después de colgar, miré mi teléfono móvil, que utilizo como reloj. Y comprobé que la encuesta había durado, efectivamente, los diez minutos prometidos. Les puedo asegurar que, al menos en eso, el CIS no miente. 
 

Las encuestas del CIS existen: A mí me han llamado

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