Ana Sandamil, acusada de matar a su hija Desirée Leal en Muimenta el 3 de mayo de 2019, volvió a defender ante el jurado popular que no recuerda “nada” de lo sucedido durante la noche y la madrugada de los hechos y que “jamás” haría daño a la pequeña, a quien “tenía miedo a perder” por el trastorno que, dice, padecía desde meses antes y que le hacía “oír voces” y sentirse “perseguida”.

La declaración de la acusada abrió de ayer la repetición de la vista judicial después de la anulación del juicio celebrado hace un año al ser estimado el recurso de la defensa porque el TSXG entendió que el veredicto del jurado popular no estaba lo suficientemente motivado. La procesada  fue condenada a prisión permanente revisable por un delito de asesinato.

En la misma línea

El estado mental durante la noche de los hechos de Ana Sandamil, para la que Fiscalía, acusación particular y acusación popular solicitan prisión permanente revisable, está de nuevo en el foco en la repetición de este juicio en el que, como reiteró a las partes y al jurado el presidente del tribunal, no puede ser tenido en cuenta nada de lo registrado en la vista de hace un año.

El testimonio de Sandamil transitó por la misma línea que el primer juicio. La acusada volvió a afirmar que su estado psicológico estaba alterado desde hacía meses, coincidiendo con su asistencia a un curso de formación para desempleados. Dice que “oía voces” en su cabeza, que escuchaba que el navegador del coche le “hablaba” y que se sentía “perseguida”.

Sin embargo, Ana Sandamil no relató que le sucedía esto a los facultativos a los que acudió meses antes porque “tenía miedo a perder” la custodia de la niña en favor del padre de la pequeña, José Manuel Leal, de quien se había separado años atrás.