El presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices, delegado regio en la ofrenda al apóstol Santiago, defendió en su intervención la Constitución y el principio de que “nadie es más que nadie”.

Santalices, que ejerció de representante del rey Felipe VI en la ofrenda de la traslación, como ya hizo en los años 2017, 2018 y 2019, realizó un “llamamiento a la responsabilidad, tolerancia, solidaridad, respeto y altura de miras” en un mundo de “turbulencias acentuadas” en el que “las atrocidades de la guerra” arrebata vidas y en que hay “factores que erosionan la convivencia entre españoles”.

El presidente del Parlamento gallego invocó para el monarca “una intercesión de manera que continúe desempeñando su cometido con acierto, neutralidad y rectitud como jefe de Estado”. 

Se congratuló de la “democratización de la peregrinación”, hizo alusión a la crisis económica y las consecuencias de la pandemia, al drama de la violencia contra la mujer, que “encoje el corazón”, y condenó el “brutal ataque terrorista de Hamás contra Israel”, que “ensombreció” la invasión “injusta y contraria al derecho internacional” de Rusia a Ucrania.

Se solidarizó con las víctimas de esos conflictos, “también” con el pueblo palestino, y pidió la paz y el respeto a “la legalidad nacional e internacional por los derechos humanos”. 

También sostuvo que “la búsqueda del bien común y una sociedad más equitativa” debe anteponerse “a cualquier otro objetivo” que atente contra los intereses de la gente.

Santalices señaló que “aspiramos a continuar viviendo en un país de personas iguales ante la ley, iguales en derechos y deberes y en el acceso a los servicios públicos que nos corresponden por derecho y justicia con independencia del territorio en que vive cada uno”. El presidente de la Cámara gallega respaldó esos derechos enmarcados en la Constitución, de la que precisó que también es “garante del modelo de autonomía política” que Galicia gestiona “con notable éxito”, al tiempo que defendió que “nadie es más que nadie”.

La ceremonia, instaurada en 1646 durante el reinado de Felipe IV, y que se celebra el 30 de diciembre de cada año, conmemora la traslación desde Jaffa (Palestina) a Santiago de Compostela de los restos del apóstol Santiago el Mayor para recibir sepultura donde se levanta la catedral.

Oportunidad y compromiso

El arzobispo de Santiago, Francisco Prieto, que presidió en la catedral de Santiago la festividad de la traslación, abogó en la homilía por superar “rutinas que paralizan y discursos que desgastan los ánimos y cierran los oídos del corazón”. “Son tiempos de oportunidad y de compromiso, de ponerse manos a la obra, de aprender la gramática de la simplicidad y no instalarnos en el reino de la retórica”, abundó Prieto, quien defendió “trazar puentes de encuentro para un diálogo sincero”.

Prieto recomendó que “no dejemos que nos roben la cordura y la concordia en la procura del bien común ni la vocación hacia la amistad social que habita en la raíz del corazón humano” y, así,  concluyó que eso “exige respeto a la justicia, base de toda convivencia”. 

La celebración se inició en la plaza del Obradoiro con una parada militar antes de la misa en la que Santalices estuvo acompañado por el delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, y otras autoridades.