Más que peligroso es un sibarita. Él va a lo suyo, que es la lombriz, e intenta ser respetuoso con el entorno. Las imágenes de estos días husmeando entre centenares de platos, fuentes y otros enseres cerámicos sin romper ‘casi’ nada dan fe de ello. Algún daño hubo (¿quién hace una tortilla sin cascar un huevo?) pero la presencia de jabalíes en el parque Luis Seoane de Santa Cruz no asustó un ápice la venta en el certamen Alfaroleiros que ayer clausuró su vigésimo novena edición.
Artesanos como Alfarería Aparicio, de Buño, se van de nuevo satisfechos con lo conseguido económicamente este año después de cinco días y sesenta horas de exposición y despacho. Y como ha hecho desde hace casi treinta años lo más probable es que vuelva el año que viene.
“Este é un sitio moi bonito. É unha das feiras máis importantes e se non hai moito sol de seguro que haberá moi boas ventas”, había dicho el pasado miércoles Gonzalo Añón, propietario de la alfarería buñense, y por lo comprobado ayer a mediodía, cuando decenas de personas se agolpaban ante su ‘stand’, seguro que su opinión no ha variado.
Ante esta coyuntura el Gobierno de Oleiros podrá continuar presumiendo de que este certamen cerámico es el más importante de España, que concentra a los alfareros más notables de la Península Ibérica y que, no se cansa de repetir el alcalde, Ángel García Seoane, destacan por “ser únicos nas súas respectivas zonas de procedencia e pola calidade e pureza dos seus traballos artesanais”.