Éramos pocos y parió la abuela. La ruptura de Podemos con Sumar y su fuga al Grupo Mixto del Congreso es la última muestra de que “el gobierno de progreso”, pura fachada, es una casa en ruinas apuntalada con vigas podridas que puede derrumbarse en cualquier momento y que va a exigir que Sánchez tenga a los bomberos en otro frente más. Yolanda Díaz fue el caballo de Troya que descubrió el presidente del Gobierno y la utilizó --sin que ella se negara, todo lo contrario--, para controlar y desactivar a Podemos. La ambición de Díaz es sólo un centímetro menor que la de Sánchez. Pero ahora, el PSOE tiene que sentarse, en situación de precariedad manifiesta, en una mesa en Ginebra para negociar con Junts con observadores internacionales; en otra con ERC, celosos de que Puigdemont les gane por la mano cuando estaba fugado y derrotado y Sánchez, el aliado fiel de ERC, le ha puesto en órbita; otras dos con el PNV y Bildu, que se llevan a matar porque los dos tienen el mismo objetivo; y, ahora, otra con Podemos a cara de perro, porque los de Pablo Iglesias saben que Sánchez y Díaz los han engañado y les han dejado sin cuota de poder, sin ministerios, sin altos cargos y sin dinero de los Presupuestos que manejar a espuertas. Si Junts no apoya, Sánchez está muerto. La ventaja es que Puigdemont necesita a Sánchez tanto como Sánchez a Puigdemont. Pero Podemos puede romper la baraja y dejar al presidente sin esa mayoría frágil que tiene ahora. Ya lo ha perdido casi todo y lo mismo que la política hace extraños compañeros de cama, con la misma facilidad se divorcian. Hay cinco votos que ya sólo dependen de Pablo Iglesias. ¿Podrá manejar eso Sánchez volviendo a engañar a todos o cediendo lo que no es suyo? No lo descarten. El problema es que en el circo que ha puesto, le crecen hasta los enanos, dicho sea con el máximo respeto que se merecen todos los más bajitos. Díaz y Calviño, las primadonas del Gobierno, ya se han enfrentado con dureza por el dinero del subsidio del desempleo y Sánchez se ha inclinado por dar la razón a la dirigente de Sumar porque los votos que mueve Calviño los tienen seguros y los otros no tanto. Sólo falta tener que montar otra mesa con Sumar. El presidente sigue con los conflictos internacionales --al del Sáhara se une el de Israel, que no es enemigo pequeño, y el del espionaje de miembros del CNI a favor de Estados Unidos, con revelación de “secretos del máximo nivel”--, pero su principal batalla sigue siendo la Justicia. La ley de amnistía sigue siendo su principal apuesta, pero crecen las minas en el camino.