No, hoy no voy a escribir sobre el “pinchazo” de la Diada, incluso voy a obviar el debate sobre la ley de amnistía o sobre las sorpresas que nos puede deparar Pedro Sánchez. Y es que hoy es un año después de que Javier Marías nos dejara y, les confieso que aún me cuesta aceptar que no me lo voy a encontrar en esos paseos matutinos, en que como dos buenos vecinos nos parábamos a hablar de lo divino y lo humano. Bueno, en realidad de lo humano aunque la última conversación que mantuvimos fue junto al Real Monasterio de la Encarnación. En esa conversación, entre otras cosas, me habló del futuro del Reino de Redonda. Porque Javier Marías era Rey de Redonda.
Para quienes no lo sepan, Redonda es un islote situado en las Antillas de tres kilómetros cuadrados, cercano a Antigua y a Montserrat, que fue descubierto por Cristóbal Colón en su segundo viaje. En el islote no hay nada excepto alcatraces y lagartos, ni Colón ni otros navegantes que pasaran por allí mostraron el mínimo interés y se convirtió en refugio de piratas y contrabandistas hasta que la Reina Victoria de Inglaterra decidió incorporarlo a la Commonwealth. Pero como el islote no tenía importancia se lo vendió a un banquero británico instalado en Montserrat que además solicitó a la soberana que la compra pudiera llevar aparejado el título de “rey “del lugar. Y es que el banquero se lo quería legar a su hijo. A la reina Victoria tanto le daba siempre y cuando el islote siguiera dentro de la Commewealth, y así Phipps Shield, hijo del banquero, se convirtió en el primer rey, amén de uno de los escritores de cuentos fantásticos más importantes de su época que tuvo la feliz o por lo menos original ocurrencia que ese sería un reino literario, que no se sustentaría en los lazos de sangre y que los reyes elegirían a sus sucesores en función de los “méritos” del espíritu y no de la sangre. Y lo mismo aplicarían a la hora de nombrar la nobleza del reino.
Shield eligió como sucesor a su buen amigo John Gawsworth, escritor y poeta, al que además le dejó como albacea de su propia obra. A este Gawsworth le conocemos como Juan I que a su vez a la hora de dar paso al siguiente rey lo hizo en otro Juan, que sería Juan II, aunque su nombre inglés era John Wynn-Tyson. Este Juan II abdicó en 1997 en Javier Marías que, hasta el día de su muerte, hace ahora un año fue el rey Xavier de Redonda.
Javier fue generoso a la hora de nombrar nobles. Recuerdo con emoción el día en que me preguntó si mis novelas estaban traducidas al inglés y al decirle que sí a continuación añadió si me gustaría formar parte del reino de Redonda a lo que respondí sin dudar con un sí entusiasta.
Cuento todo esto porque durante este año en que Javier ya no está con nosotros, el reino ha permanecido sin rey aunque Javier Marías dejó dicho a algunos de sus amigos que forman parte de la “nobleza” de Redonda quíén quería que fuera su sucesor. Incluso me lo comentó a mí de pasada en esa última conversación que mantuvimos a la sombra de los muros del convento de la Encarnación.