Os Caneiros olímpicos

ya han empezado los Juegos Olímpicos. Y les ha llovido. Podría ser peor, podría llover. Pusieron a los atletas en una barca de Santa Cristina por el Sena, ese Sena contaminado en el que tanto te puede comer un tiburón mutante como pillar una disentería e irte por la pata abajo mientras nadas. En realidad yo me enteré poco de la temática de la ceremonia de apertura, o de la simbología. Me divierto navegando por cuentas conspiracionistas que hablan de celebración satánica. Es Francia, todo es posible. Había una joven en armadura sobre un caballo que yo asocié a Juana de Arco, pero también podía ser un jinete del Apocalipsis. Que estamos en el apocalipsis climático o algo parecido. Ya me pierdo con las nuevas agendas, demasiada información para una rubia. María Antonieta decapitada y cantando quizá quería decir que la monarquía en Francia nunca muere, o que van como pollo sin cabeza. Eso era facilito, haber puesto a Danton o a Robespierre camino del cadalso se les olvidó. Y con tanta lluvia la bañera de Marat se hubiese llenado sin molestar al medio ambiente. Allí estaban nuestros reyes viendo la cabeza ensangrentada de María Antonieta de Austria, tranquilos porque los franceses después de la masacre del Terror no tardaron mucho en coronar a Napoleón. O más bien se coronó él. Estaba yo algo adormecida de ver bailotear a gente como en antro gay pero sin cubatas y ya cabeceaba al ver un señor azul y la Santa Cena cuir con la Estatua de la Libertad sin xeito presidiendo la mesa cuando apareció Rafa Nadal y lo subieron a la barca de Os Caneiros. Un detalle por parte de los gabachos. Y seguía lloviendo y las cámaras llenas de gotas recordaban a vivir na Coruña en invierno, y los comentaristas hablaban de los retoques de Nadia Comāneci y entonces apareció el pebetero, que no era otra cosa que el Globo de Betanzos. Lluvia, Caneiros y el Globo de Betanzos. Y la Torre Eiffel se puso a lanzar rayos globalistas y masones pero yo allí ya veía la Torre de Hércules y su haz de luz inmortal. Los hermanos Montgolfier contentos desde el cielo aerostático sin saber que el pebetero era como un globo de papel gallego que, como los pimientos de Padrón, a veces se lanza y otras no. ¿La conclusión? Los franceses saben vender muy bien sus peculiaridades. No podía faltar Carmen, la cigarrera andaluza y gitana convertida en un ídolo vecino, apropiación cultural, oigan. Los Miserables, El fantasma de la ópera,  Julio Verne, ese horror cursi llamado El principito, ni una mención a Houellebecq, injusticia, el que mejor está diseccionando una sociedad perdida entre medidas de seguridad, trenes boicoteados, amenazas de bomba y barrios No-Go. Todos echamos de menos a Alizée. Pero lo políticamente correcto igual no aceptaba a una mujer sexualizada, como dicen ahora. Risas convulsas. Suena Imagine. No puede ser. Chantillí. Cursis hasta en el último minuto.


Y tras la ceremoñas, nos toca una temporada de hipnotismo televisivo. Como si no hubiésemos tenido suficiente con la Eurocopa. Nos vamos a papar judo, boxeo, natación, vela, saltos de trampolín, gimnasia, esgrima, atletismo, tiro con arco y lo que haga falta. Es ya un ritual. A pesar de la ceremoña, el rapero bailongo con la antorcha en forma de mechero de diseño, la lluvia, la cabeza decapitada y el caballo apocalíptico ahí estaremos, al pie del cañón. 

Os Caneiros olímpicos

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