Hay días para todo o casi todo y hoy, 21 de abril, fecha en la que inauguro este espacio, se celebra el Día Mun-dial de la Creatividad y la Innovación. Dos términos que, sin lugar a dudas, han ido tiñendo nuestro lenguaje cotidiano y que responden a las necesidades que impone esta modernidad líquida en palabras de Zygmunt Bauman. Esta época de cambios plantea nuevos retos y, por lo tanto, nuevas soluciones. En este sentido, la capacidad de crear, la energía para persistir a pesar de los obstáculos y la diferenciación son elementos que conforman el talento. Empresas y organizaciones precisan de personas capaces de llevar adelante situaciones fluctuantes, no se trata únicamente de aptitudes si no de actitu-des.
Si la creatividad nos lleva al proceso mental de imaginar y aportar nuevas ideas, la innovación nos conduce a aplicar las nuevas ideas para generar valor en una empresa, una organización o la sociedad en general. La primera pone el foco en las ideas, la segunda en la materialización de éstas. Por un lado, tenemos subjetividad, no medible, por otro, obje-tivos definidos y cuantificables. Pero, en definitiva, una sin la otra no existe; su nexo de unión es la imaginación, el pen-samiento creativo y su fin común, aportar soluciones.
Hace algo más de un mes, en un desayuno que compartía con otras mujeres, planteábamos precisamente los clichés que se establecen en torno a esas habilidades, como si la creatividad estuviese más vinculada a las disciplinas artísticas y la innovación a las científicas o productivas. No es así. Toda persona cuenta con potencial creativo y puede incentivarlo, entre otros métodos, con herramientas tan sencillas como:
-Hacerse preguntas: despiertan la curiosidad y aportan nuevas soluciones.
-Recurrir a limitaciones: cuando nos privamos de algo, desarrollamos nuestra flexibilidad y enfocamos en la búsqueda de alternativas.
-Observar: nos permite descubrir patrones, nuevas perspectivas, detalles ocultos a simple vista.
De hecho, según el Foro Económico Mundial, la creatividad está considerada como una de las capacidades más valoradas profesionalmente, con independencia del puesto. Y ésta aporta valor añadido en una organización cuando se fomenta la innovación, es decir, se contribuye con las condiciones idóneas para transformar las ideas en productos, servi-cios, procesos.
Concluimos también en la importancia de colaborar, de tejer redes. Para pasar de la idea a la acción, las conexio-nes son un elemento clave. Cuanto más diverso sea el universo que nos rodea, mayores serán las oportunidades que nos surjan. Generar conexiones de calidad con las premisas de la generosidad y la humildad. No se trata de quién me interesa conocer si no más bien de qué puedo aportar yo como profesional. Dar para recibir. Ofrecer abiertamente atención, tiempo, conocimientos. Ir diseñando así un telar de vínculos reales y honestos. En este sentido, me quedo con una frase de Krista Walochik, socia fundadora de Talengo, “no es tan importante a quién puedo conocer como, quién puede conocerme y referenciarme a mí”.
Con todo esto llego a “Minerva & Aracne”, un cuadro, un mito que surge como título para este espacio por mu-chas razones, pero donde destaco TEJER, tejer relaciones, conectar ideas, personas, proyectos. Tirad del hilo, cada quien descubrirá donde le llevan.