El discurso del miedo no vende

Giorgia Meloni, jefa del Gobierno de Italia, recibió al presidente Sánchez en Roma hace dos semanas y, desde sus antípodas ideológicas, intercambiaron  palabras amables, reconocieron problemas comunes, como la inmigración, mostraron interés en influir en la “disciplina fiscal”, que interesa mucho a ambos países, en fortalecer “nuestros vínculos  históricos…”. 
 

Diplomacia de libro que dejó a un lado “los desvaríos” políticos de ambos: la militancia fascista de Giorgia y los pactos “contra natura democrática” de Sánchez que no sellaría ningún jefe de gobierno democrático, ni siquiera Meloni. 
 

Tras el encuentro, Sánchez pudo sacar dos conclusiones. La primera, que la líder del neofascista Fratelli d’Italia, situada en otro extremo ideológico, no muerde. Al verse ganadora de las elecciones se dirigió a la nación con un discurso integrador que tranquilizó a los italianos y a Europa, nada que ver con la arenga que pronunció en Andalucía en apoyo a Macarena Olona. Sin duda, el peso de la púrpura del poder amansa a los políticos y Meloni ya no asusta a los italianos, ni pondrá en riesgo el proyecto europeo del que su país es fundador. Sánchez sabe que incluso puede ser su aliada cuando aspire a ocupar un cargo en la UE. 
 

Por tanto –segunda conclusión–, invocar los peligros de la extrema derecha, que el presidente hace a diario para demonizar un posible pacto PP-Vox, es un discurso inútil.  “Que viene la ultraderecha, dice la analista política Estefanía Molina, nunca fue un proyecto político, sino la coartada para esconder los fantasmas diversos que la izquierda no quiere o no puede combatir”. En Europa, añade, “ninguna democracia aguanta un minuto más el discurso del miedo para frenar el avance iliberal. La ultraderecha sacude al continente y avisa que hay ciudadanos dispuestos a tolerar sin miedo un modelo donde algunos derechos y libertades se cuestionen…”. 
 

Quédense con esta frase: “Europa no aguanta el discurso del miedo”. En Finlandia la conservadora Coalición Nacional gobernará apoyada por el ultra Partido de los Finlandeses. Ocurrió antes en Austria y Dinamarca, ahora en Suecia… La extrema derecha, con apoyos puntuales o integrada en los gobiernos, ya está normalizada por la fragmentación del electorado que también fragmenta el voto. 
 

Los partidos ultra a derecha e izquierda aparecieron porque los gobiernos de centro derecha y centro izquierda no respondieron a las demandas y necesidades de la sociedad en su larga alternancia en el poder. Por tanto, los partidos tradicionales, más que agitar el fantasma del miedo, deben presentar proyectos más atractivos a la gente. Es la mejor fórmula para neutralizar los radicalismos que agitar contra ellos el fantasma del miedo.

El discurso del miedo no vende

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