Un fugado, una paralítica y un semáforo en rojo

Veo el vídeo de un Mosso sujetando los micrófonos como si se le fueran a caer, olé, los micrófonos, que decía la canción. Puigdemont, los micrófonos. El semáforo, los micrófonos. El Honda, los micrófonos. Los mossos, los micrófonos. Que este nuestroestadoespanyol es un perpetuo tebeo de Mortadelo y Filemón o un capítulo constante de “La que se avecina” ya lo sabíamos pero no nos atrevíamos a decirlo en alto por si nos trataban de frikis poco cultivados por leer al MAESTRO y ver series españolas aparentemente frívolas. El paseo del fugado en el maletero, la rueda de repuesto en el asiento de delante, su discurso entre gritos histéricos de señoras como fans de Taylor Swift, loor de multitudes, caretas con su rostro inconfundible y su flequillo de marca, desaparición a lo Houdini, el Honda respetando los semáforos y la TIA de´Escuadra también, persecución a lo Clousseau, Operación Jaula como si el político fugado fuese una cotorra argentina que tanto abundan en Barcelona, jauja más bien, conductora mujer de un mosso con capacidades diferentes (la mujer, el mosso no sabemos) dando esquinazo a los agentes con un coche adaptado, más micrófonos, Puchi mandando mensajes libertarios desde su exilio dorado como la jaula, los micrófonos en plena toma de posesión de Illa Mascarilla. “Nunca he querido entregarme”. Hombre, no te fastidia, viviendo como un marajá y de paseo aquí y allá sin pisar la cárcel se está de vicio.


Y mientras observamos este sainete con el ceño fruncido y la ceja enarcada y todos los clichés inimaginables de gestos en las novelas, los Juegos Olímpicos siguen y el señor argelino ha ganado la medalla de oro, seguramente el galán de Taiwan gane la suya sin mayor problema y cling cling caja, la pasta para el bolsillo de dos tíos que se están riendo de todo el planeta a mandíbula batiente, que como te atreves a decir que son hombres, terfa, facha, solo tienen la testosterona alta porque oh, milagro, su cuerpo la produce de forma natural. Mujeres entrenando con fuerza un deporte que hasta hace poco no existía para ellas siendo borradas por dos pavos con más cara que espalda. Pero el mundo es así, una sucesión imparable de delirios a cada cual más extravagante. Por lo menos algo funciona bien y han detenido a unos terroristas del ISIS antes de que provocaran una masacre en un concierto de Taylor Swift. Planeaban acuchillar a su target favorito, niñas y gente joven, en mayoría  mujeres disfrutando, como pasó en Inglaterra no hace mucho y que se ha intentado tapar con más o menos éxito. Y después de acuchillar, meter un coche bomba en el medio del concierto. Un festival del horror, como en el Bataclan.


En fin, la vida sigue y los Juegos se acaban. Nos han dejado imágenes imborrables desde la inauguración de los Caneiros hasta el penalti a lo Djukic. Los chicos del fútbol se vienen con la medalla, aviso a navegantes que quieren prohibirlo en el patio del colegio. Y Águeda Marqués. Qué gran descubrimiento. Una atleta magnifica y mejor persona. Y la pena de Carolina, que llenó de lágrimas las mejillas de todo el país. Igual para los próximos Juegos en L.A. podríamos llevar a Puigdemont. En los 3000 obstáculos medalla asegurada. Si siguen los 3000 obstáculos, que son bien capaces los woke de cambiarlos por perreo y reguetón. En este mundo fluido todo es posible. Hasta que Puchi se fugue en un Honda Civic.

Un fugado, una paralítica y un semáforo en rojo

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