Todos coincidimos en el diagnóstico. Vivimos momentos con ciertas dificultades, no mayores que en otros tiempos, por determinadas circunstancias extraordinarias como puede ser la Pandemia del Covid 19 y ahora, más recientemente, el conflicto bélico, guerra o invasión en pleno corazón de Europa.
No podemos olvidarnos de que tenemos que salir adelante pero no a cualquier precio. No pueden pagar las consecuencias de la crisis económica y social, los de siempre: familias humildes y trabajadores modestos, máxime con la enorme desigualdad social que ya existe en nuestro país, ocupando el segundo puesto entre todos los miembros de la Unión Europea.
Hay que blindar el Estado del Bienestar, garantizando las prestaciones sociales y los servicios públicos esenciales, que no pueden servir de moneda de cambio. Hay que entender el mundo económico como un conjunto y no únicamente enfocando el problema por sectores productivos porque las consecuencias, mayores o menores, afectan a una gran mayoría de ciudadanos.
Tratar de poner freno a los privilegios, a la usurería y a la especulación de ciertas grandes empresas y oligopolios que han llegado a poner en jaque al gobierno y al propio Estado. Los diferentes gobiernos, central y autonómicos, tienen que adoptar medidas valientes pensando en el futuro del país y no en los costes electorales.