La guerra contra doña Paz

Tras tres horas de comparecencia, Margarita Robles aportó pocas novedades a la Comisión de Defensa del Congreso, más allá de su apoyo al Centro Nacional de Inteligencia y a su directora, Paz Esteban.

Resulta obvio que la posición de la señora Esteban no es precisamente de fuerza, dado que, curiosamente, está apoyada por la oposición de la derecha al Gobierno, pero no por los tradicionales aliados del Ejecutivo de Pedro Sánchez, comenzando por Unidas Podemos: nadie estuvo tan duro en la comparecencia de Robles como el portavoz ‘morado’, Pablo Echenique, que llegó a pedir, casi sin subterfugios verbales, la dimisión de la ministra.

Las especulaciones en el Parlamento eran múltiples: ¿permitirá el presidente la dimisión o el cese de la ‘jefa de los espías’, tras los escándalos de las escuchas a los independentistas catalanes y a los propios Sánchez y Robles, quizá entre otros ministros? Parece inconcebible que la directora de los servicios secretos de un país occidental pudiese abandonar ahora el puesto, en plena guerra de Ucrania y en pleno escándalo que pone en solfa al CNI. Pero aquí y ahora, pensaban incluso miembros del grupo parlamentario socialista, donde nadie quiere hacer declaraciones sobre lo que está ocurriendo, casi todo puede ocurrir.

No estoy seguro de que la cabeza de la señora Esteban, que lleva en el CESID y luego en el CNI desde 1983, sirviese para aplacar las exigencias de los independentistas que claman contra la violación de su privacidad, presuntamente por el CNI. Ni tampoco disipar los rencores internos de Unidas Podemos, que desde hace tiempo tienen dirigidos sus misiles contra la señora Robles y, por ende, contra su subordinada. Desde La Moncloa se envían cautos mensajes de apoyo a la ‘jefa de los espías’, pero ha faltado una declaración tajante del presidente del Gobierno apoyando inequívocamente su continuidad, y lo mismo cabe decir de los ministros de la Presidencia y portavoz, que protagonizaron la ‘surrealista’ rueda de prensa del pasada lunes en la que informaron sobre los espionajes ilegales a los teléfonos de Pedro Sánchez y Margarita Robles.

La cuestión ahora es si Sánchez está dispuesto a guillotinar a Paz Esteban o si, a la vista de la coyuntura, que incluye la próxima celebración en Madrid de la ‘cumbre’ de la OTAN más importante en al organización de la Alianza, la mantendrá por ahora en el puesto. Es dudoso que la cuestión se dirima en las próximas horas. También dudo de que Esteban aporte demasiados datos sobre ‘catalangate’ o ‘moncloagate’, dada la actual composición de la comisión de secretos oficiales, en la que nadie podría garantizar que lo que allí se cuente no trascienda. Y, de todas maneras, la comisión de secretos oficiales está considerada la menos secreta de todas las comisiones que pueblan el Parlamento.

Lo más importante, no obstante, a mi juicio, no es que se haya roto el clima de ‘conllevanza’ que existía entre el Gobierno central y el Govern catalán; lo más importante es, creo, la virtual ruptura, otra más, pero acaso la más importante hasta ahora, entre las posiciones de la mayoría del Gobierno en lo referente a la seguridad, y las de los ‘minoritarios’ de Unidas Podemos. Parece difícil, a la vista de las cosas que le oímos este miércoles al portavoz ‘morado’ Echenique, mantener la convivencia en el Consejo de Ministros.

La guerra contra doña Paz

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