La juez Mercedes Alaya

Sentencia el Tribunal Constitucional (TC) que los que planificaron los ERE en Andalucía no son culpables del mayor escándalo de corrupción de la historia reciente de España que malversó 670 millones de euros.


De eso están informando los medios de comunicación, “tabloides digitales” incluidos,  que también acogen en sus páginas y en las ondas sesudos comentarios de analistas de distintas tendencias. Dicho esto, esas decisiones del TC son para un debate entre juristas y, como yo no lo soy, nada que añadir por mi parte a las informaciones de los distintos medios.  


Por eso quiero dedicar lo que resta de este comentario a la juez Mercedes Alaya -de la que pocos se acuerdan hoy- que desde que asumió la instrucción del caso de los ERE fraudulentos fascinó a media España, tuvo en jaque al gobierno andaluz de entonces y a nadie dejó indiferente. 


En el imaginario popular pervive la imagen seria y de aspecto frágil de esta juez tirando de su troller y sorteando una nube de fotógrafos y flashes cuando entraba o salía del juzgado. En su rostro parecía llevar la marca del sufrimiento debido a la presión y persecución a que fue sometida, tanto en el ámbito personal como profesional, desde que empezó las investigaciones en 2011 y descubrió la existencia de un “fondo de reptiles” de la Junta de Andalucía utilizado fraudulentamente entre 2000 y 2010. 


Tanto los implicados en el caso, como ciertos sectores políticos y mediáticos buscaron desacreditar su labor y deslegitimar las conclusiones de su investigación con campañas de difamación. Por si esto fuera poco, tuvo que trabajar con falta de medios y de apoyo institucional. A pesar de la complejidad y volumen del caso contó con un equipo reducido para una carga de trabajo abrumadora, lo que dificultó enormemente su tarea. Pero su personalidad y profesionalidad fueron más fuertes, superó las dificultades y sentó las bases para que muchos de los implicados fueran juzgados y algunos     condenados. 


Su valentía y determinación la convierten en una figura prominente en el ámbito de la justicia y en símbolo de la lucha contra la corrupción en España. Por eso su figura concitó la admiración de gran parte de la opinión pública que veía en ella un modelo de lucha por la justicia   
No sé qué pasa por su cabeza después de la “actuación” del TC. Es posible que piense: uno, que el TC está otorgando una amnistía encubierta. Dos: que ese tribunal puede cambiar las condenas, decretar el olvido legal…, pero nunca cambiará los hechos descubiertos por ella y juzgados por la Audiencia de Sevilla y el Tribunal Supremo. Ni podrá borrar de la memoria de los españoles el mayor caso de corrupción conocido hasta ahora.  


Por todo esto es de justicia recordar ahora a Mercedes Alaya y a todos los que contribuyeron y contribuyen a que la sociedad española conozca este y otros robos del dinero de todos.  

La juez Mercedes Alaya

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