Más de medio siglo

Hace unos días recibía el WhatsApp de un amigo que  sabe de mi gran inclinación, pasión y respeto que siempre he profesado por los Beatles. En su mensaje me daba una pista significativa, según él: 50 más 5. Después de darle muchas vueltas me di cuenta de que tenía que ser algo relacionado con mi gran pasión musical. Comencé a fijar fechas relacionadas con los cuatro músicos británicos. Al final me vino a la memoria el maravilloso y a la vez triste concierto en la terraza y se me fijó la fecha del 9 de abril de aquel año de 1970 cuando Paul McCartney anunciaba que el grupo se separaba y que, según sus palabras, lo que había sido la unión musical más importante de los finales de los 60 y principios de los 70 estaba rota en mil pedazos. Fueron largos 8 años de fructífero trabajo musical refrendando por 20 álbumes en los que quedó patente que la formación de Liverpool fuera calificada como la mejor banda de la historia de la música y que a través de ella se pusiera en marcha un gran movimiento cultural y a la vez revolucionario para su época.


En la historia de la separación, cuya noticia fue mal calculada por parte de Paul McCartney que la soltó el día que presentaba su primer disco en solitario, tuvo un par de años antes –los biógrafos lo sitúan a finales de 1968–, un intento de disolución del grupo por parte de John Lennon. A sus compañeros les dijo que él tenía la prerrogativa de poderlo hacer ya que él había  formado la banda. Y fijaba la fecha de septiembre del año siguiente para  dejar de tocar y componer juntos. Durante los años de gloria se habló del malestar de otros miembros del grupo en este caso George  Harrison al que no le gustaba mucho aquello de las giras y que tenían que tocar en pésimas condiciones –decía– con los estadios llenos de fans y donde apenas se oían sus composiciones.


Las posibles diferencias entre los integrantes del grupo comenzaron a aflorar de manera más que preocupante al regreso de aquel viaje a la India del año 1968 del que volvieron con muchas canciones nuevas para el zurrón de los posibles éxitos pero con mentalidades bastante distintas tanto para entender la vida como para juntarse y componer e interpretar juntos como habían hecho desde el comienzo de su vida profesional.


El llamado concierto en la azotea –donde estaban ubicado los estudios de grabación losApple Corps– tuvo lugar el 30 de enero de 1969, donde, enfundados en abrigos por el frío, tocaron cerca de una hora. Cuando las guitarras dejaron de sonar –de por medio hubo un bobbi que subió a la terraza y les dijo que no tenían  permiso para tocar en público–, el teclado –Billy Preston– y la batería quedaron sin sonido. Atrás en el recuerdo de los presentes, muchos de ellos en las aceras, largos ocho años de gran inspiración, nuevos tratamientos musicales y un estilo muy propio que ahora, después de largo medio siglo de la disolución, nadie fue capaz de repetir. En sus conciertos Paul McCartney suele incorporar lo mejor del repertorio de los Beatles, con un par de canciones dedicadas su mejor amigo –a él le gusta decir hermano–, John Lennon con el que compuso cerca de un centenar de canciones.


Para los de mi generación y las sucesivas –que bajan sus canciones de las plataformas de la red– los Beatles marcaron un tiempo, un espacio, una forma de vida y de entender la música, que hoy en día sigue teniendo millones de seguidores, entre los que me encuentro, reflejando que su paso por el campo musical no fue una casualidad, sino un tiempo que tenía que llegar y que llegó de sus manos, de tres guitarras, de una batería y de sus voces. El proceso definitivo de la disolución oficial de la banda tuvo lugar en el año 1975 después de la sentencia judicial donde se fijaron los términos de la disolución.

Más de medio siglo

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