Palomitas neoliberales o el dissoluto punito

Compro unas palomitas y abro X y la prensa. Pongo las palomitas en el micro y las escucho explotar con alegría mientras leo todo el Affaire Errejón y la actriz que buscaba el amor y se encontró con rayas y fango en vez de Cañas y barro, o no era ella, era otra, es que se acumulan los testimonios estremecedores de damiselas que buscaban el amor y se encontraron con el dolor. Buscar el amor está difícil, amigo lector de columnas dominicales y ni te cuento en la política. Se me queman las palomitas porque cada segundo sale una noticia más morbosa que la anterior. Abro la bolsa intentando no quemarme con el vapor y esperando que no suene el teléfono con la voz del malo de Scream, que se acerca la noche de Difuntos y puede pasar cualquier cosa, y sigo colgada del antesllamadoTuiter con los ojos muy abiertos y casi me rompo una muela con una palomita sin explotar al leer el comunicado de Íñigo el Aliade: “He llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”. Por lo visto es culpa del Patriarcado, un ente tipo Alien que se mete en el cuerpo de los señores cuando están despistados y los convierte en Señoros. El Patriarcado, ese demonio, se introduce en el alma pura de los políticos, se multiplica y los muta en psicópatas neoliberales sin casi darse cuenta. Me ha recordado, hablando de la noche de Halloween, del Funesto Destino de Bela Lugosi, en el que el patriarcado del vampiro hizo que llegara al límite entre la contradicción del personaje y la persona. Vamos, que dormía en un ataúd vestido de frac y contando murciélagos hasta 8 como el Count Von Count. Así el bueno de Iñigo se fabricó un personaje político que se desdobló cual ultracuerpo y señorita que veía, señorita que deseaba con pasiones libidinosas dignas del Don Juan. Don Juan, se acerca la noche de Difuntos y hay que ver el Don Juan, o escucharlo en su defecto. La fama de nuestro protagonista de hoy lo ha convertido en un Don Giovanni, dissoluto punito, de la pureza de las ideas a la perversión de una vida que gira y gira, que decía el tango. Amigo, si no eres capaz de gestionar una cita con una chica guapísima que tenías ganada, no eres capaz de gestionar un país, me digo mientras leo y escupo las palomitas al enterarme de que a la Fallarás, nuestra Juana de Arco feminista, le han cerrado la cuenta de Instagramos, perdón Instagram, se me cruzan las informaciones, por razones que se me escapan después de tanta fiesta de la espuma y dramas románticos que acabaron en la ferretería cogiendo cinta de embalar, como la limpita de las Sombras de Grey.


En un giro dramático de los acontecimientos, salen los políticos de Sumar a declarar en plan funeral americano y declaran su deeply concerned sobre los hechos terribles que han conmocionado hasta los cimientos el partido. Bueno, que no estaba en ese partido, o sí, o estaba en Podemos, o no. Y como penitencia por los pecados del chico disoluto, van a someter a todos los hombres de la organización a un cursillo de buenos modales feministas. Creo que nuestro disoluto favorito en este momento solo siente el alivio de librarse de la turra del curso de marras mientras se pilla un avión a algún lugar paradisíaco en el que poder purgar su alma y su cuerpo de tanto neoliberalismo. Espero que vuelva limpio de sí mismo. Porque como he leído en X “todos los hombres llevamos un Íñigo en nuestro interior”. Será un parto difícil, pero todo se arregla con palomitas. 

Palomitas neoliberales o el dissoluto punito

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