El fundacional ‘parias de la tierra’, como himno de los trabajadores del mundo, nació en las barricadas de la Comuna de Paris (1848). Y de ahí pasamos a los ‘pobres del mundo’, ya en plan socialismo democrático desvinculado de la revolución rusa de 1917. En el fondo aludía a las capas más bajas de la sociedad, los seres humanos más vulnerables, oprimidos, perdedores, marginados, excluidos, los “desechables”, los descamisados, la escoria, los animales de carga, etc. Hoy por hoy los parias de la tierra se dejan la vida en el mar persiguiendo el sueño de una vida mejor. Pero estamos ante una nueva especie de parias iluminados por la “actualidad informativa”.
El reflujo de los telediarios a la hora del almuerzo nos ha puesto ante los ojos a los palestinos de Gaza. “Población civil”, dicen los protocolos de la legalidad internacional: hombres, mujeres y niños varados en la frontera de Egipto porque los expulsa Israel de sus casas y Egipto no los quiere en su territorio. A los palestinos de Cisjordania tampoco los quieren en el también vecino árabe de Jordania.
El castigo colectivo impuesto por el Gobierno de Israel a la población civil de Gaza con bombas y con desplazamiento obligado -lo uno no excluye lo otro- resta credibilidad al teórico empeño de Netanyahu de causar a el mayor daño posible a los terroristas y el menor daño posible a los gazaties ya curtidos en la pobreza, el confinamiento y un permanente estado de necesidad. Seguramente es lo que buscaba Hamas, pero es igualmente reprochable el desinterés israelí por la suerte de los desplazados a los que se obliga a depender de una ayuda humanitaria cuyo paso controla Egipto en la frontera de Rafah.
Aunque sea un dato inesquivable que Israel vive rodeada de enemigos con ganas históricas de echar a los judíos al mar, la realidad también nos deja ver que los palestinos tampoco son bien recibidos por sus vecinos árabes de Egipto y Jordania, Como si fueran unos apestados que contagian la desgracia a quienes quieran arroparlos. Los ven como un “peligro extremo” para la seguridad de eventuales arropadores, según diagnóstico común del rey Abdalá y el presidente Al Sisi de Egipto. En resumen, que a raíz del ataque terrorista contra la desprevenida población civil de Israel, los palestinos han sido empujados a la mendicidad fuera de sus hogares, mientras en el escenario político y mediático se multiplican las iniciativas pacificadoras a boca llena y las apelaciones al incumplido mandato de los dos Estados. Pero sigue siendo clamoroso el silencio de los primeros actores del conflicto cuando se trata de explicar el porqué de los 75 años de indolencia internacional en la aplicación del citado mandato de las Naciones Unidas, al que ya me réferi en mi anterior artículo sobre la tormenta desencadenada.