Las pruebas de la vida

Que la vida es en sí misma una sucesión constante de pruebas de toda índole, a estas alturas, creo que no es un secreto para nadie.

Pelear, sortear, gestionar y disfrutar de lo que entre cada una de ellas se vaya pudiendo-tal y cómo sucede con el modo de afrontarlas-, ya es labor de cada cual y del carácter del que uno haga gala.

Paulo Coelho suele repetir que las dos grandes pruebas más difíciles de la vida son la paciencia para esperar el momento adecuado y el coraje para no decepcionarnos con lo que nos encontremos.

En mi opinión, es cierto que resulta triste estar aguardando algo y acabar lográndolo de una forma descafeinada e insatisfactoria o, al menos, que poco tenga que ver con aquello que habíamos anhelado tanto…, pero si hay algo todavía más complicado que lo reflejado en esta reflexión absolutamente compartida con el maestro; es ser capaz de mantener el espíritu alto tanto en la espera de nuestros anhelos como en la posible decepción a la llegada de su consecución.

A mi juicio, el verdadero examen de cualquier existencia –que por supuesto se puede aprobar o suspender–, es no desfallecer. Es continuar. Es no permitir que la desilusión nos invada y, si lo hace en algún momento, es ser capaces de transformar ese dolor en fuerza motor para poder avanzar.

Y, por si fuera poco y como decía Kipling, tratar de hacerlo sin decir nada a nadie de lo que es y de lo que era. Porque a la mayoría le dan igual los problemas de terceros o, simplemente, los escucha por entretenerse o por burdo cotilleo… Así que es conveniente digerir en soledad los contratiempos para después relativizarlos y, como mucho y desde una nueva perspectiva, trasladárselos a una persona de plena confianza y hacerlo sin lamentos.

Lo que tenemos es el presente. El pasado está pisado y el futuro es una enorme interrogación para todos y cada uno de nosotros. Así que metamos en la nevera nuestras ilusiones, preparemos un botiquín de supervivencia por si estas nos acaban desilusionando y afanémonos en potenciar la fortaleza de nuestra alma y la inteligencia de unas entendederas que no solamente no debemos permitir que se atrofien, sino que hay que tratar de evitar que se depriman. Porque, al fin y al cabo, no debemos de olvidar que jugamos en un tablero repleto de oportunidades en el que corazón y mente son las únicas claves de éxito existentes… Y estas son propiedad exclusiva de cada uno de nosotros. No lo olviden.

*Begoña Peñamaría es


diseñadora y escritora

Las pruebas de la vida

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