Hoy juega el Depor y da gusto ver a la gente paseando con sus banderas, sus camisetas y a los niños y niñas jugando al balón mientras los padres se toman el vermú en la terraza. Hace buen día (septiembre siempre viene bueno) y da gusto notar el sol en el rostro y la brisa del mar fría en Riazor. El Depor tiene que ganar (crucemos los dedos) que yo hice una promesa si suben. Y las promesas se cumplen.
Mientras me tomo una caña helada y escribo esta columna, en la cervecería de Labañou la gente exclama ¡QUE GANE EL DEPOR!, conjurando el gafe que a veces (demasiadas) se cierne sobre este equipo. Nunca se acostumbra uno a sufrir, aunque esta vida sea un valle de lágrimas y como si no nos llegara, está Europa.
Leo en los periódicos que tendremos que hacer otro curso para tirar la basura. Normas, normativas, más normas a cada cual más absurda. Las tiranías empiezan así, con la vigilancia de lo íntimo, con la dificultad de la vida normal hasta convertirla en una pequeña tortura. No puedes coger piñas, no puedes coger moras, no puedes, no puedes, adiós a esto, adiós a lo otro, adiós a fumar al aire libre (eso sí, el bus de 20 años que atufa el aire es sostenible), ojo con tirar la basura mal, tiras mal la basura, lo dice Von der Leyen, no cojas el avión, no uses el coche, no respires, no hables, no vayas de vacaciones, no hagas camping, no seas turista, quédate en casa, pobre desgraciado, Roma está más llena que nunca y no pude disfrutar de la Fontana como en pandemia, que estaba yo solo con los molestos romanos y turistas confinados.
Los actores, los escritores, los artistas llenos de moralina que con el dedito levantado te acusan y acusan mientras hacen todo lo contrario de lo que predican. Nuestro nuevo Vaticano, como si no nos llegara con el que había, que por lo menos es bello y lleno de secretos. ¿Cómo puedes comerte ese bocadillo de tortilla mientras hay niños que mueren de hambre en Etiopía? Un ayuno por los paganos. Eso nos decían los padres Salesianos hace años, ahora nos lo dicen los actores o directores de cine, generosos con la pólvora del rey, llenos de caridad cristiana después de despreciar el cristianismo y mofarse.
Ricky Gervais es el único que dice la verdad: coge tu premio, agradece a tu agente y cállate la boca, que has venido en tu avión privado y has estado menos tiempo en el colegio que Greta Thumberg. Decir la verdad es el nuevo Punk, no salir a recoger un premio y soltar la turra interminable y “necesaria más que nuca”. Curiosamente la turra es prosistema siempre, no sea que se queden sin premio, sin subvención y sin queroseno para el avión privado.
Pero me he puesto intensa y no era mi intención. Retomo el tono festivo, veo más niños con camisetas y balones y padres y madres que van a divertirse al campo y sonrío mientras el sol quema y la brisa refresca.
Necesario más que nunca es que gane el Depor hoy, amigo lector. A veces lo necesario es lo más fútil.