Río de Monelos

Creo que desde niña siempre he recibido una especie de ataque pestrucho hacia esta ciudad, especialmente duro desde los Verdaderos Coruñentos que la aman-odian y eso que nací en el Materno pero crecí en la granja de la Biona hasta que mis padres vieron que tenía posibilidades más allá de Heidi y decidieron escolarizarme. (Error).


En Coruña vivimos en una especie de amor y odio eterno que se renueva cada minuto, Zara, El Timón, Perceberas. El Jardín de San Carlos, drama con los olmos. Bien, espero que vuelva a ser esa belleza que alberga el homenaje al inglés de casaca roja y los paseos de los enamorados. Me pregunto si los fantasmas británicos acostumbran a pasear por un jardín sin jardín y sin olmos. Tampoco me preocupa, que se fastidien, no haberse enamorado en y de esta ciudad bella y fea. Un amigo muy Koruño me comentó el otro día que Coruña es horrenda, no lo voy a discutir, o sí. Es horrenda pero era una belleza, dice su madre. Sigue siendo una belleza, te encuentras en el medio de la ciudad una casa modernista explosiva que te inspira una novela. Creo que no sabemos lo bella que es hasta que nos vamos a vivir fuera. Incluso nos parece molón Monte Alto, ese lugar hipster y caro que hace unos días lloró por el triunfo de Trump, como si Trump supiera que existe una ciudad que odia al facha franquista que le cambió el nombre pero ama el cambio de nombre y la capitalidad y esa ciudad es woke y pija a la vez. Veo con agrado en X-Tuiter que San Andrés está quedando muy bonita y es peatonal pero no gusta o sí, así somos en Coruña, duales, fachas y rojos, indepes y monárquicos, pero siempre con gusto. Me parece muy tierno y a favor de que se recupere el centro, aunque el verdadero centro esté en Cuatro Caminos, lugar en el que se desbordaba el río de Monelos. Hace años que no ocurre. La última vez que pasó recuerdo que me llegaba el agua hasta la cintura. También recuerdo ir con mi madre de niña a comprar a la plaza de Monelos y cruzar aquel regato sucio para ver los puestos. Imagino que no me portaba demasiado bien porque un señor maligno,  mal encarado y con un saco a la espalda dijo que si seguía en mis trece me llevaría secuestrada. Tácticas de madre, imagino. Igual fue ahí, en ese terror, donde empezó mi trayectoria “literaria”. El hombre del saco de Zara Home.


En Coruña el Río de Monelos se canalizó, la gente vive en esa calle  y ese río tiene un homenaje bien mono y sin aquel señor que me iba a llevar secuestrada, o eso creo. La plaza de Monelos con aquellos charcos y los puestos tristes desaparecieron, llegó la canalización y un edificio que albergó los negocios. No sé si la salamandra se enfadó o el sapo pintojo lanzó veneno a los que decidieron domarlo o se fue a la Torre de Hércules. Vivimos en un planeta en el que intentamos ser capaces de adecuar nuestra vida normal de alguna forma razonable a la salvajada de la naturaleza.  Es lo que hacen todas las especies que han triunfado o sobrevivido desde que de niños vimos “El hombre y la tierra”.


(Por cierto, si alguien tiene una gorra de la Biona podríamos negociar….)

Río de Monelos

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