Desde mis primeras épocas educativas, a finales de los años 50, hasta el momento actual de mi vida –77 años cumplidos– mis recuerdos infantiles, adolescentes y adultos, me hacen pensar en los siete Papas que he conocido. Al comienzo del bachillerato Pio XII y Juan XXIII; en la educación universitaria Pablo VI que también coincidió con mis primeros trabajos como periodista, lo mismo que Juan Pablo I. Con dos de ellos, Juan Pablo II y Benedicto XVI, mantuve contactos periodísticos ya que me encargué de cubrir la información de las tres visitas papales a Compostela.
Pero hoy a mi artículo semanal llega con toda su fuerza y humanidad el Papa Francisco –el séptimo de mi lista–, aquel cardenal que llegó desde Argentina, monseñor Jorge Bergoglio, que a lo largo de sus doce años al frente del papado me enseñó grandes cosas relacionadas con Cáritas para poder aplicar en mi trabajo diario como voluntario en la institución.
El Papa Francisco me dejó una gran huella. Ahora después de leer sus escritos me han quedado conceptos muy claros de lo que pensaba sobre Cáritas para ayudar a las personas más desfavorecidas. Es el legado de un hombre bueno.
El papa Francisco recordaba que Cáritas fue pensada y querida para dar expresión a la comunión eclesial y al compromiso de todo el Pueblo de Dios en el ejercicio de la caridad. La tarea de Cáritas, señalaba, era la de cooperar en la siembra de la Iglesia universal, anunciando el Evangelio con las buenas obras. “No se trata solo de poner en marcha proyectos y estrategias que resulten victoriosas, que persigan la eficacia, sino saberse dentro de un proceso constante y continuo de conversión misionera”, puntualiza.
En otra de las aportaciones nos recordaba que “una Iglesia sin la caridad no existe”. Y que es un servicio a la comunidad que trabaja con los pobres, los vulnerables y los excluidos. Su misión, decía, exige competencia profesional, así como “formación del corazón, que es ser testimonio de la fe, que se expresa en la caridad”.
Estos días de luto y dolor se oye mucho una frase: “En el Cónclave se entra como papable y se sale como cardenal”. Si me preguntan por un posible sustituto me inclino por el cardenal monseñor Luis Antonio Tagle –en junio cumplirá 68 años– arzobispo emérito de Manila, actual Pro-prefecto de la Sección para la primera evangelización y las nuevas iglesias particulares del Dicasterio para la Evangelización, con el que compartí dos días de trabajo en Compostela, cuando presidia Cáritas Internationalis, con motivo de las Jornadas de Teología de la Caridad, en las que pronunció la conferencia central.