Con el mismo núcleo duro en el primer círculo de cercanía al jefe, mayoría absoluta de mujeres (“acento feminista”, dice Sánchez) y clara voluntad continuista (idéntico número de sillones con trece caras repetidoras), nace un Gobierno condicionado por las exigencias de subversivos compañeros de viaje (plurinacionales y republicanos, recuerden). El poder conminatorio de esas exigencias ha crecido respecto a las de la legislatura anterior. Especialmente la de los independentistas catalanes, cuya aportación a la estabilidad se irá prestando “partido a partido”. Con protocolos de fiscalización elaborados fuera de España y una insolente advertencia: “No tienten a la suerte”, dijo la portavoz de Junts (7 escaños decisivos en la supervivencia del nuevo Gobierno).
A la fuerza de ese poder conminatorio debemos “sumar” la querencia separatista de Podemos en la balcanizada coalición liderada por Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno. Lo cual ensombrece todavía más y reduce a la irrelevancia cualquier consideración sobre las novedades en el Consejo de ministros que está a punto de debutar.
Vino nuevo (9 caras, si no me equivoco) en odres viejos. Más de lo mismo, incluido el relato sobre el “impulso reformista” aireado por Sánchez en su comparecencia de este lunes. La más clara prueba de esa clave continuista se percibe en la asignación del departamento de Justicia al de Presidencia, en la persona de Félix Bolaños. Desde la Moncloa gestionará los tratos del Ejecutivo con el Parlamento (Relaciones con las Cortes) y, atención, con la Judicatura. Así se visualiza la intención vigilante del Ejecutivo cuando los jueces deban aplicar la ley de amnistía.
Todo lo demás es fungible en el análisis del nuevo equipo de Sánchez, incluido el poder emergente de Yolanda Díaz, que sustituye al de Iglesias Turrión en la promoción de nombres a la izquierda del PSOE. En teoría, los Bustinduy, Urtasun, Mónica Garcia y Sira Rego, mejoran el perfil de los Garzón, Belarra, Montero y Subirats, pero en nada se altera la relación del PSOE con lo que se mueve a su izquierda.
Si son significativos algunas ratificaciones. En negativo, la de Marlaska al frente del Ministerio del Interior, donde se custodian algunos misterios de la nueva relación de España con Marruecos. Y en positivo, las de Margarita Robles en Defensa y Planas en Agricultura, después de una buena gestión.
En cuanto a los nuevos, me sorprende para mal la entrada en el Gobierno de Óscar Puente, al que Sánchez utilizó como jabalí parlamentario contra Feijoo en la fallida investidura del líder del PP. Y me sorprende para bien la entrada en el ministerio de Industria de Jordi Hereu, simplemente por su verificada competencia en esta área de trabajo.