La vida en las ciudades, si bien ofrece numerosas oportunidades, también presenta desafíos significativos para la salud, como la exposición a la contaminación del aire y acústica, el estrés crónico y la reducción de espacios para la actividad física. La presencia y accesibilidad de los espacios verdes urbanos emergen como un factor crucial para mitigar estos efectos adversos y promover una mejor calidad de vida.
Desde tiempos ancestrales, se ha reconocido intuitivamente la conexión entre la naturaleza y el bienestar humano. Pasar tiempo en entornos naturales se asocia con sensaciones de calma, relajación y revitalización. Esta sabiduría popular está siendo cada vez más respaldada por investigaciones científicas rigurosas que exploran los múltiples beneficios que la naturaleza aporta a nuestra salud física y mental.
Entre estas investigaciones, un estudio publicado en la prestigiosa revista The Lancet Planetary Health destaca por su exhaustivo análisis de la relación entre la ausencia de los espacios verdes urbanos y la mortalidad prematura, ofreciendo una perspectiva sólida y basada en evidencia sobre la importancia de integrar la naturaleza en el diseño de nuestras ciudades.
Para investigar a fondo el vínculo entre los espacios verdes y la mortalidad, un equipo de científicos llevó a cabo una revisión sistemática y un metaanálisis de estudios epidemiológicos. Este enfoque metodológico permite sintetizar la evidencia disponible de múltiples investigaciones, proporcionando una visión más completa y robusta del tema.
Un criterio fundamental para la inclusión de las investigaciones en el análisis fue su diseño longitudinal, es decir, investigaciones que siguieron a los mismos individuos a lo largo del tiempo. Este tipo de diseño es crucial para establecer una relación temporal entre la exposición a los espacios verdes y los resultados de mortalidad, fortaleciendo la inferencia de causalidad.
La principal medida de exposición a los espacios verdes utilizada en los trabajos analizados fue el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés). El NDVI es un indicador derivado de imágenes satelitales que cuantifica la densidad de vegetación verde en un área determinada. Se calcula a partir de la diferencia entre la luz casi infrarroja y la luz visible reflejada por la superficie terrestre.
Los valores más altos de NDVI indican una mayor abundancia de vegetación. Los investigadores se centraron en la cantidad de vegetación presente en un radio de 500 metros o menos alrededor de las residencias de los participantes, considerando que esta proximidad es la más relevante para la exposición diaria y sus posibles efectos en la salud.
En total, el metaanálisis incluyó nueve tesis que involucraron a más de 8 millones de personas de siete países diferentes: Australia, Canadá, China, Italia, España, Suiza y Estados Unidos. La magnitud de esta muestra, tanto en número de participantes como en diversidad geográfica, otorga una gran solidez a los resultados.
El hallazgo central de este exhaustivo análisis fue la confirmación de una asociación inversa y estadísticamente llamativa entre la exposición a la vegetación circundante y el riesgo de mortalidad por todas las causas.
Esto significa que las personas que viven en áreas con más espacios verdes cerca de sus hogares tienen una menor probabilidad de morir prematuramente. Este resultado proporciona un fuerte respaldo científico a la idea de que la naturaleza ejerce un efecto protector sobre la salud humana.
El estudio estimó que la mortalidad prematura se reducía en un 4 por ciento si la vegetación aumentaba un 0,1 en la puntuación NDVI, en un radio de 500 metros alrededor de la vivienda de una persona.
Esta cuantificación del impacto subraya la importancia de los espacios verdes no solo como elementos estéticos en las ciudades, sino como factores determinantes de la salud pública.
Si bien el examen principal se centró en la mortalidad por todas las causas, la evidencia recopilada en los fragmentos de investigación revela una amplia gama de beneficios para la salud asociados con la presencia de espacios verdes en entornos urbanos.
Estos beneficios incluyen:
Los espacios verdes actúan como entornos que fomentan la actividad física, ofreciendo lugares para caminar, correr, hacer ejercicio y participar en actividades recreativas. También desempeñan un papel crucial como espacios sociales, facilitando la interacción entre las personas, reduciendo la sensación de soledad y fortaleciendo el tejido comunitario.
Estos beneficios multifacéticos sugieren que los espacios verdes influyen positivamente en la salud a través de diversos mecanismos, que van desde la reducción del estrés fisiológico hasta la promoción de comportamientos saludables y la mejora del bienestar social.
Los hallazgos del estudio de The Lancet Planetary Health tienen profundas implicaciones para la planificación urbana y las políticas de salud pública. La evidencia sólida que respalda la asociación entre los espacios verdes y la reducción de la mortalidad subraya la necesidad de integrar la creación y mejora de estos espacios en el diseño y desarrollo de las ciudades.
Invertir en infraestructura verde no debe considerarse un lujo, sino una estrategia fundamental de salud pública con el potencial de mejorar significativamente la calidad de vida y la longevidad de los ciudadanos.
En este sentido, una indagación complementaria realizado por investigadores de ISGlobal analizó el impacto potencial de cumplir con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el acceso a espacios verdes en ciudades europeas.
Este análisis estimó que se podrían prevenir aproximadamente 42.968 muertes prematuras al año en 31 países europeos si se alcanzaran estas recomendaciones. La OMS recomienda que haya al menos 0.5 hectáreas de espacio verde a una distancia lineal no mayor de 300 metros de cada hogar.
Sin embargo, se observó que una proporción significativa de la población europea (62 por ciento) vive en áreas con menos espacio verde del recomendado, lo que indica una importante oportunidad para mejorar la salud pública a través de iniciativas de urbanización verde.
Algunas de las capitales europeas con mayor carga de mortalidad atribuible a la falta de espacio verde incluyen Atenas, Bruselas, Budapest, Copenhague y Riga. España estuvo representada a través de dos ciudades: Barcelona y Madrid. Barcelona se situó entre las 100 ciudades europeas con mayor mortalidad atribuible a la falta de espacios verdes.
Para aumentar la presencia de espacios verdes en las ciudades, es necesario implementar diversas estrategias, como la recuperación de terrenos urbanos subutilizados, la adopción de soluciones basadas en la naturaleza como techos verdes y jardines verticales, la reorientación del tráfico para priorizar espacios verdes y peatonales, y la creación de corredores verdes y pequeños parques de bolsillo.
Es importante destacar que los barrios más desfavorecidos serían los que más se beneficiarían de un aumento de los espacios verdes, lo que sugiere que estas iniciativas pueden contribuir a reducir las desigualdades en salud dentro de las ciudades.
La investigación publicada en The Lancet Planetary Health proporciona una evidencia contundente de la asociación entre la presencia de espacios verdes urbanos y una reducción significativa del riesgo de mortalidad prematura.
Además de este beneficio crucial, los espacios verdes ofrecen una amplia gama de ventajas para la salud, incluyendo la mejora de la salud mental, la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y el fomento de la actividad física y la interacción social.
Estos hallazgos tienen implicaciones directas y significativas para la planificación y desarrollo de las ciudades. Invertir en espacios verdes no es simplemente una cuestión de estética urbana, sino una necesidad imperante para proteger y mejorar la salud pública.
Los estudios demuestran el potencial real de prevenir miles de muertes prematuras y generar beneficios económicos sustanciales a través de políticas que prioricen la creación y accesibilidad de espacios verdes para todos los ciudadanos. Es fundamental que los responsables de la toma de decisiones, los planificadores urbanos y las comunidades trabajen juntos para hacer realidad un futuro más saludable y verde, donde la naturaleza urbana sea un componente integral de la vida cotidiana.