Con la publicación en el BOE del fin de la crisis sanitaria se da por cerrada una etapa muy dura para determinados profesionales, entre ellos los de enfermería que arriesgaron sus vidas y se entregaron con humanidad y profesionalidad para pelear contra un virus que puso patas arriba al mundo entero.
Mercedes Domínguez, tuvo un papel muy complicado en esta época. Junto al doctor Fernando Lamelo, se encargaron de las residencias de mayores y discapacitados ayudando a organizar la atención a estos centros, tan vulnerables ante la irrupción del coronavirus. Ahora forma parte de la Unidad de coordinación y apoyo asistencial a residencias del área sanitaria de Coruña-Cee.
Mercedes, ¿cómo recuerdas aquellos momentos?
Fueron momentos difíciles sobre todo por la falta de información y el poco conocimiento que teníamos del virus. Nuestra capacidad diagnóstica era muy limitada al principio (se hacían unas 200 PCR en toda el área) y cuando teníamos la posibilidad de cribar los centros con algún caso sospechoso nos dábamos de cuenta que llegábamos tarde. Desde un principio tuvimos claro que el mejor lugar para tratar a los usuarios con COVID19 eran los propios centros por lo que les proporcionamos todos los medios materiales, humanos y formativos necesarios para hacerlo.
Conforme pasaron los meses y fuimos conociendo más el virus sistematizamos nuestra forma de abordar los brotes y nos preocupamos por mantener a los centros informados y preparados para actuar pero sobre todo, lo que creo que marcó un antes y un después en nuestra forma de gestionar esta pandemia fue la aparición de los test de antígenos en septiembre del 2020. Tuve la oportunidad de ser de las primeras en probarlos y cuando hice el primero, justo en un centro de discapacitados en los cuales la realización de aislamientos es más complicado, vi su gran utilidad para poder diagnosticar casos sin tener que esperar 24-48 horas al resultado de una PCR.
Aún así, el virus nos sorprendió a finales del 2020 y principios del 2021 cuando la cepa británica entró e hizo bastante daño a varios de nuestros centros que aún no habían iniciado la vacunación o solo tenían una dosis de vacuna. Tras la vacunación continuamos teniendo brotes, ahora mismo tenemos algún caso en los centros, pero por suerte los usuarios están prácticamente asintomáticos.
¿Cómo fue llevar la atención sanitaria a esos centros con toda la incertidumbre que había?
Fue complicado debido a la situación que estábamos viviendo y a la propia idiosincrasia de los centros. Fueron meses de adaptación constante a los protocolos que cambiaban a menudo y al medio, ya que los centros residenciales son muy heterogéneos. Cuando nos hablan de una residencia todos pensamos en los grandes complejos residenciales con médico, enfermero y muchos medios, pero esa no es la realidad. En el área tenemos 75 residencias entre las cuales diferenciamos grandes centros residenciales, residencias de mediano tamaño, fogares residenciales y viviendas comunitarias. Por lo que hubo que adaptarse tanto a las características y medios de cada centro como a las características de los usuarios ya que contamos con centros tanto de mayores como de discapacitados. Además, nosotros dimos y damos apoyo a todos los centros del área sanitaria, desde Fisterra hasta Vilasantar por lo que a veces la jornada laboral se complicaba. Además, como muchos de nosotros no nos habíamos puesto un EPI nunca en las residencias pasaba lo mismo por lo que durante los primeros meses me dediqué a formar a todas las profesiones de los centros al respecto.
Los recursos no son los mismos que en un hospital… en los momentos más complicados ¿cómo resolvisteis?
Aportándole todo lo necesario para que los usuarios contagiados pudieran tener el mismo tratamiento que si estuvieran en el hospital (corticoides, oxigenoterapia, antibióticos...), incluso en algún brote llegamos a tener 40 concentradores de oxígeno funcionando al mismo tiempo. Siempre creímos que el mejor lugar para tratar a estos era su centro residencial e intentamos que no les faltara de nada. En aquellos casos en los cuales creímos que los pacientes se podían beneficiar de estar en el hospital se derivaron.
Lo más difícil de gestionar fue la falta de personal, como los usuarios se contagiaban los profesionales también. En este caso contamos con el apoyo del Área Sanitaria y varios enfermeros y médicos del área nos echaron una mano. Desde aquí me gustaría agradecer su trabajo y su ayuda en esos momentos que fue fundamental.
Muchos profesionales del sector sanitario hablan de agotamiento tras lo vivido, en vuestro caso, ¿cómo estáis ahora?
Bien, fue difícil, pero si algo tenemos que agradecer a esta pandemia es la posibilidad que tuvimos de conocer las características y funcionamiento de los centros y que ellos nos conocieran a nosotros. Así, conforme el Covid nos iba dejando, empezamos a intentar mejorar la coordinación entre dos mundos que estaban totalmente separados, el sanitario y el residencial, un proyecto muy ilusionante que desde un principio creímos que era necesario y que nos ayudó a desconectar de la pandemia.
Además, el feed back con los centros es muy positivo y la gran mayoría están abiertos a mejorar y trabajar en colaboración. Esto junto al reciente premio Avedis Donabedian a la calidad que nos han concedido por el proyecto nos ayuda a seguir adelante e intentar mejorar cada día.
Ahora, con la crisis sanitaria zanjada ¿cómo afrontáis esta nueva etapa? ¿Cómo os planteáis ahora la coordinación de las residencias?
Sabemos que hay muchos aspectos que mejorar, pero llevamos mucho avanzado. Si hace tres años nos dijeran todo lo que tenemos ahora no lo creeríamos. Los profesionales sanitarios de los centros pueden pedir analíticas, tiene acceso a la historia clínica, pueden hacer interconsultas sobre patología médica o úlceras o resolver cualquier tipo de duda con nosotros cuando lo necesiten. Intentamos que todos los usuarios que ingresen en medicina interna lo hagan en la Unidad de Crónicos Complejos para que tengan siempre un profesional de referencia que conozca el medio y las posibilidades que tenemos en los centros residenciales, además cada vez realizamos más ingresos directos evitando así el paso por urgencias. Hemos intentado simplificar procedimientos, como la petición de ambulancias o la solicitud y prescripción de sillas posicionadoras.... Además, tenemos a todos los usuarios de los centros censados lo que nos permite conocer, por ejemplo, los motivos de ingreso y derivación a urgencias. Así, por ejemplo, detectamos que un número no desdeñable de usuarios ingresa anualmente por fractura de cadera por lo que estamos realizando un proyecto de prevención de osteoporosis conjunto al servicio de Reumatología. Y no nos olvidamos de la formación, la iniciamos en septiembre del 2020 siendo en un principio online pero cada vez intentamos hacer más formación presencial dirigida sobre todo a médicos y enfermeros sobre diferentes temas (ecografía, cuidados paliativos, manejo de la disfagia...).
Esto son solo algún ejemplo de lo que estamos realizando, pero todo esto es posible gracias a un equipo interdisciplinar de diferentes profesionales y servicios (psiquiatría, medicina interna, hospitalización a domicilio, trabajo social, farmacia, nutrición, atención primaria, una geriatra de un centro residencial...) que nos reunimos una vez al mes e intentamos mejorar la coordinación con los centros y la atención a estos usuarios. Aún así nos quedan muchos aspectos por mejorar.
Los familiares de pacientes que han pasado por vuestras manos, os vemos como ángeles. Vuestra empatía, cercanía y humanidad es la mejor medicina.
Muchas gracias, pero me gustaría trasladar estos agradamientos a todo el personal que trabaja en los centros residencias por su gran labor, tanto durante los meses más duros de la pandemia como en la actualidad.
Fuente: Colegio de Enfermería de A Coruña.