El exjefe del Ejército Abdelfatah al Sisi será el presidente de Egipto tras arrasar con más del 93% de los votos en unas elecciones rodeadas por la polémica sobre la participación, que según las autoridades alcanzó el 46%.
En espera de los resultados definitivos, el equipo de Al Sisi se atribuyó la victoria con el apoyo de 23.461.513 egipcios sobre un total de 25.233.494 participantes en los comicios, que se desarrollaron entre el lunes y el miércoles pasados.
Su único rival, el izquierdista Hamdin Sabahi, tan solo obtuvo 736.268 sufragios (un 3%), un cifra incluso inferior a la de votos nulos, que superaron el millón (un 4%), según la misma fuente.
Los seguidores del hombre que lideró la destitución militar del islamista Mohamed Mursi, hace casi un año, salieron a las calles de la capital para celebrar un triunfo que nadie había puesto en duda desde que anunció que concurriría a los comicios.
Sabahi admitió su derrota, aunque vertió duras críticas hacia los empresarios, los medios de comunicación y las instituciones, a las que acusó de haber favorecido a su contrincante.
El veterano opositor, de 59 años, quiso reivindicar su papel como líder de la oposición a Al Sisi en el futuro, al prometer que no aceptará ningún puesto gubernamental.
Además, puso en tela de juicio las cifras de participación ofrecidas hasta el momento por las autoridades, que hablan de un 46 por ciento del total de egipcios llamados a votar.
“Los datos que se han dado son un insulto a la inteligencia, es imposible que hayamos tenido cero votos en algunos colegios como han dicho”, afirmó Sabahi, quien denunció los ataques sufridos por sus partidarios e interventores a manos de las fuerzas de seguridad.
El apoyo a Al Sisi se ha interpretado en Egipto a la luz de la participación, puesto que nadie cuestionaba su victoria en unas elecciones muy desequilibradas por los recursos y la popularidad de uno de los dos contendientes.
La decisión de la Comisión Electoral Suprema de extender en un día el plazo para las votaciones, recurrida por los equipos de Sisi y Sabahi, despertó las suspicacias de muchos acerca de la supuesta intención de forzar una afluencia mayor que legitimase al nuevo presidente.
El objetivo de Al Sisi de llevar a 40 millones de egipcios a las urnas no se cumplió, pero al menos los guarismos se acercaron en la segunda vuelta.