Las Fuerzas Armadas egipcias, que pese a la caída de Hosni Mubarak en 2011 no han perdido su papel de árbitro de la nación, irrumpieron ayer en la crisis política y dieron un ultimátum de 48 horas al presidente Mohamed Mursi para que “atienda las demandas del pueblo”.
Los acontecimientos en Egipto se suceden a una velocidad difícil de digerir.
Tras la ambigua advertencia que formuló hace una semana de que “intervendría” si el país se deslizaba hacia el caos, el Ejército materializó la amenaza e instó a Mursi y a las fuerzas políticas a alcanzar un acuerdo que ponga fin a la crisis. De otra forma, señaló, los militares anunciarán una “hoja de ruta para el futuro” y supervisarán su aplicación.
Para las Fuerzas Armadas, las masivas protestas de millones de egipcios que el domingo tomaron las calles para exigir la renuncia de Mursi son “manifestaciones del pueblo, que expresó su opinión y su voluntad de una forma pacífica y civilizada sin precedentes”.
“Es obligatorio que el pueblo egipcio reciba una respuesta a su llamamiento y que cada parte asuma su responsabilidad en estas circunstancias peligrosas que rodean a la patria”, agregó.