Las muertes de dos mujeres, en Meicende y Cecebre, continúa sin resolverse casi un año después

Las muertes de dos mujeres, en Meicende y Cecebre, continúa sin resolverse casi un año después
el cuerpo de la fallecida en cecebre apareció el 13 de enero pedro puig

“Hay que darle tiempo al tiempo”. La máxima la esgrime un miembro de la Guardia Civil cuando se le pregunta por la investigación de las muertes aparentemente violentas de dos vecinas de la comarca, que se registraron en diciembre del año pasado y enero de este en Meicende y Cecebre.
Son, con el caso de Elisa María Abruñedo, violada y asesinada en Cabanas este mismo mes, los últimos crímenes registrados en el entorno de A Coruña, y en ninguno de los tres casos hay todavía un autor identificado, aunque los investigadores invocan a la paciencia: “La tasa de resolución de crímenes está, en la provincia, en un 95%, pero el tiempo de las investigaciones está entre uno y tres años”.
La muerte de la octogenaria cuyo cadáver apareció en su casa de Cecebre, en Cambre, el 13 de enero suscitó dudas a los investigadores. Presentaba un golpe en la cabeza que podría haber sido fortuito, aunque el hecho de que la casa estuviera revuelta y que el vecino de la vivienda contigua hubiese denunciado un robo el mismo día lleva a pensar que puede tratarse de un homicidio.
Este caso engloba varias de las dificultades con las que los investigadores se encuentran al tratar de resolver una muerte violenta en entornos no urbanos. “Se producen en la propia casa, así que no suele haber testigos, y pueden pasar por accidentales”, señalan fuentes del Instituto Armado, que indican que las zonas rurales entrañan otras dificultades de tipo técnico, porque en ellas no hay cámaras o repetidores, muy útiles en la investigación, como ha ocurrido con el caso de la menor que apareció muerta en Teo hace una semana.
Menos dudas parece suscitar el fallecimiento de la quincuagenaria de origen colombiano cuyo cadáver apareció, tendido en la cama de su piso de Meicende, Arteixo, el día de Navidad del año pasado. El cuerpo presentaba un fuerte golpe en el cuello y restos de sangre. En su caso, la Guardia Civil habló desde un primer momento de “evidencias de muerte violenta”, aunque descartó el robo o la violencia de género como posible móvil. n
A estas dos investigaciones en curso, y a la de Cabanas, se une una cuarta que rompe las estadísticas, tanto de tiempo como de resolución. Se trata de la desaparición, en enero de 1999, de Rogelio Núñez, un jardinero de Bergondo del que ni siquiera se ha encontrado el cadáver. Es, con los anteriores, el único suceso luctuoso sin resolver en la provincia, aunque en la Guardia Civil no lo dan por perdido: “Las investigaciones no se cierran, acaba por resolverse casi todo”.

Las muertes de dos mujeres, en Meicende y Cecebre, continúa sin resolverse casi un año después

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