El parque de Bens, normalmente vacío excepto por algún corredor solitario, se llenó ayer de niños que corrían de un lado para otro. Con la cara cubierta de pinturas de guerra tenían un aspecto tan feroz como feliz, y parecían aquellos niños perdidos que capitaneaba Peter Pan. En realidad, algo de eso había, porque lo que hacían esos 200 niños era participar en la I Carrera de Orientación con motivo del Día de las Fuerzas Armadas. Con la ayuda de un mapa, estuvieron recorriendo el parque de baliza en baliza, tratando de hacerlo en el menor tiempo posible. Había tres niveles de dificultad, y los participantes tenían que perforar la hoja de control en cada punto clave antes de volver al de partida.
“Es un éxito total”, consideró el subteniente José Manuel Sancosmed. Aunque probablemente no se desarrolló con la disciplina y la eficiencia que se exigen en el Ejército, lo cierto es que el objetivo de la misión, que no era otro que los niños se lo pasarán bien, se cumplió con creces. No está mal para una idea que surgió de manera casual, y que se ha convertido en el acto más multitudinario del programa. El general Francisco Javier Abajo, jefe de la Fuerza Logística Operativa, ya anunció que se repetirá el próximo año.
De hecho, ya empezaron a repartir medallas, aunque no se las llevaron los organizadores, sino los participantes, con edades comprendidas entre los 5 y los 14 años, así como un diploma acreditativo de su capacidad cartográfica. “Lo han hecho muy bien, sobre todo teniendo en cuenta que para la mayoría era la primera vez”, aseguró Sancosmed. Lo saben porque para participar en esta clase de pruebas es necesario estar dado de alta en la Federación Galega de Orientación, y solo lo estaban tres o cuatro. A pesar de ello, tardaron cerca de una hora en completar el recorrido bajo la atenta mirada de sus padres, que trataban de reprimir las ganas de ayudarles cuando, mapa en mano, miraban a su alrededor despistados. “Había una trampa –comentó Natalia, de 10 ños– porque una de las banderas se parece mucho a las de otro circuito”.
Las carreras se aderezaron con algunas pruebas de aire militar para hacerlas más interesante. Por ejemplo, se añadieron unas cuerdas al circuito de obstáculos que ya existe en el parque de Bens, para que los niños pudieran arrastrarse por debajo de ellas. Lo normal es utilizar alambres de espino, pero se decidió hacer una excepción en pro del buen desenlace de la jornada.
También se hicieron algunas pruebas de tiro: con pistolas de juguetes que disparan dardos a diez metros de distancia y lanzamiento de “granadas” contra unos bidones vacíos. Ahí el resultado fue más desigual, como confesó Sancosmed, pero todos, tanto los buenos como los malos tiradores, disfrutaron mucho.
Para los pequeños, fue toda una aventura, aunque alguno sí que acabó realmente perdido y salió del circuito. “Por eso el parque de Bens es ideal, porque una valla rodea el perímetro”, comentó el subteniente. Si no, como en el cuento, los niños perdidos habrían volado.