Esta semana se abrió una nueva brecha entre vecinos y hosteleros del Orzán con la alcaldesa, Inés Rey, como testigo. El Ayuntamiento intentó mediar entre ambas partes para hacer compatible el descanso nocturno con la labor empresarial pero los vecinos no quisieron escuchar a los dueños de algunos locales y se creó un mayor clima de conflicto. Ante los supuestos ataques de los residentes a los negocios, la Asociación profesional de los Autónomos, Emprendedores y Empresarios de Galicia (Ascega) advierte al colectivo vecinal de que no puede culpabilizar a todos por igual de los ruidos que se producen en la zona. La pretensión de la entidad es salir en defensa de sus compañeros, pues estos acudieron con propuestas de convivencia a la reunión de esta semana en el Ayuntamiento sin que se les atendiese.
La Asociación de Vecinos Ensenada del Orzán mantuvo esta semana un encuentro con la alcaldesa, Inés Rey, y tres hosteleros como representantes del entorno del Orzán para intentar compatibilizar el ocio nocturno con el derecho al descanso pero, según reconocieron fuentes del propio Ayuntamiento, la junta directiva no quiso abrir el debate.
Cargó en general contra todos los establecimientos, como así incidieron desde el colectivo vecinal en declaraciones a este diario quejándose de presuntos incumplimientos de normativas y de que se les pidiesen explicaciones a ellos por las denuncias.
En este sentido, el grupo de hostelería de Ascega –al que pertenecían los tres locales que fueron al encuentro– avisa a los residentes de que no pueden generalizar.
“Se une que hay botellón en la calle y que hay locales que cumplen y otros que no, pero no se puede atacar a todos por ello”, reflexiona el representante del grupo de trabajo, Antón Sáez. “Los que fueron son un ejemplo de cumplir las normas a rajatabla: limpian y baldean las calles, están preocupados porque no queden cristales, no ponen la música tan alta...”, resalta.
El presidente de Ascega, Alfonso Salazar, va más allá al reprochar que se les “criminalice y haya situaciones de acoso y derribo por parte de algunos vecinos en zonas como la plaza de la Cormelana”.
Sáez destaca que si hubiese cierto interés vecinal se podrían buscar fórmulas para convivir o hacer un “frente común” tanto contra el botellón como contra los que incumplen la legalidad, ideas que se habrían puesto sobre la mesa en María Pita si el encuentro no hubiese terminado de forma abrupta.
Desde el punto de vista de los asociados, se va contra “los locales y no contra los jóvenes que se juntan en las calles porque son los que más tienen que perder”. Para equilibrar la situación, el también hostelero recuerda que es gracias a que los primeros empresarios apostaron por la zona por lo que esta ha dejado de ser tan decadente y se ha revalorizado.