Con motivo del 25 aniversario del servicio de Dermatología del Chuac, el departamento celebró ayer el primero de los actos organizados por tal efeméride: una nueva sesión de la escuela de atopia en el hospital Abente y Lago. La iniciativa, que se realiza periódicamente desde hace unos cinco años, consiste en una serie de charlas-coloquio de mano de diferentes especialistas a padres y cuidadores de niños con dermatitis atópica.
“Se basa en educar al paciente y a las personas implicadas en sus cuidados, una parte muy importante de la asistencia. Es lo que llamamos formación para autocuidados y es muy importante en enfermedades crónicas, ya que en las agudas tiene otro planteamiento”, explica el jefe del servicio de Dermatología del complejo coruñés, Eduardo Fonseca, que fue el encargado de abrir ayer el acto en el Abente y Lago al que acudieron especialistas también de Pontevedra.
Al ser sesiones muy personalizadas, suelen ser una decena de niños los que acuden junto con dos o tres parientes por cada uno, ya sean derivados de la propia consulta o por el boca a boca.
Una de las cuestiones en las que insisten en esta escuela de atopia es en desmontar falsos mitos. “Hay muchas creencias populares que son contraproducentes, otras pueden resultar beneficiosas y otras son un sinsentido. Y también a veces hay rechazo o criterios equivocados sobre tratamientos que son totalmente correctos y que pueden mejorar mucho la calidad de vida de un enfermo crónico y que no se hacen porque se siguen ideas absurdas faltas de toda base científica”, destaca el doctor Fonseca, al mismo tiempo que asegura que pone como ejemplo la fobia a los corticoides. “Si se tiene un eccema es el tratamiento de excepción, con no darlo lo único que consigues es que el niño esté sufriendo, se produzca lesiones por rascamiento, se altere la vida familiar”, asegura.
Después de un cuarto de siglo de vida, Eduardo Fonseca asegrua que el servicio de Dermatología no ha tenido una evolución sino un desarrollo porque “partió de la nada”. “Hace 25 años había simplemente unas consultas en el Ventorrillo. No había cirugía dermatológica; ni láser; había un aparato de fototerapia pero no una unidad organizada y cuando funcionaba no lo hacía la consulta; dermatología no tenía quirófano; los pacientes con láser tenían que irse a Madrid o a Valencia a hacerse los tratamientos porque en toda Galicia no había ningún sitio.... Se ha creado un servicio moderno y con una cartera de servicios, probablemente, de las más grandes de España y con una capacidad de respuesta también de las más altas”, destaca.
Preguntado por los retos del futuro, Fonseca manifiesta que el fundamental sería poder hacer más trabajo especializado y menos trabajo que no está muy justificado. “Atendemos una enorme cantidad de patología banal o problemas puramente estéticos que no deberían llegar a un servicio de dermatología”, explica.