La célebre escritora Emilia Pardo Bazán nació en La Coruña el 16 de septiembre de 1851, en la casa señalada con el número 3 de la calle de Riego de Agua. Llegó a poseer un amplio bagaje cultural, considerada además una de las mujeres más relevantes del siglo XIX.
Descendiente de familia acomodada, a su padre se le concedió el título de condensado pontificio que ella heredó en 1890. Durante el veraneo infantil en Sanxenxo cuando apenas tenía nueve años, descubrió su pasión por la literatura, en una vivienda de temporada al pie de la playa y próxima a la Torre de Miraflores, lugar de veraneo ocasional de la familia. Cuando sus padres trasladaron la residencia familiar a Madrid, Emilia estudió como mediopensionista en un afamado colegio francés bajo protección real, y acudió con cierta frecuencia al palco de su familia en el Teatro Real para asistir a representaciones de ópera y teatro.
Posteriormente regresó con sus padres de nuevo a La Coruña y se instaló en el vetusto edificio de la calle Tabernas, señalado con el número 11, a donde acudían los maestros particulares a darle clases.
Primeros pasos
Una vez que ella adquiere soltura literaria de principiante, envía sus versos para que se publiquen en el “Almanaque”, dirigido por Soto Freire, de Madrid; aunque nunca fue una poetisa con inspiración, como ella mismo reconoció en varias ocasiones.
Volvió a la Corte en 1867 y un año después contrajo nupcias con José Quiroga, del que se separó amistosamente en 1884. De ese matrimonio nacieron tres hijos: Jaime, Blanca y Carmen.
Asuntos políticos de su padre le permitieron trasladarse durante una temporada a París. Desde allí viajó por media Europa. Una vez de regreso a España, se volcó en su gran pasión, la literatura, pasando a residir durante un tiempo a su ciudad natal. Su vida se repartirá entonces entre Madrid, la capital herculina, el Pazo de Meirás y el Castillo de Santa Cruz, una antigua fortaleza militar, reconvertida en una hermosa finca de recreo. Esta última viene a ser una de sus residencias favoritas, todas de su propiedad.
Su prestigio intelectual se debe a su gran actividad literaria y a la participación en los movimientos sociales en defensa de los derechos de la mujer y la inquietud de los más desfavorecidos.
En 1876, se da a conocer como escritora con un estudio sobre el Padre Feijóo. En su formación tendrán gran influencia los relatos de Galdós y el novelista francés Zola, los cuales serían la base fundamental del desarrollo de su narrativa; prueba de ello es su obra “Un viaje de novios” de 1881. Pero en donde se le aprecia una mayor desenvoltura, es en una serie de artículos publicados entre 1882-1883, que la convierten en una activa escritora del pensamiento de Zola, el cual queda reflejado en una de sus obras maestras, “La Tribuna”, de 1883, que plasma las vicisitudes de las operarias de la Fábrica de Tabacos de su ciudad natal.
La obra de mayor éxito quizás sea “Los Pazos de Ulloa” de 1886, a la que sigue otra de interés, como es “La madre naturaleza”, de 1887, que viene a ser una continuación de la anterior. Las siguientes serían “Insolación” y “Morriña” de 1889, en donde se recogen de forma real las miserias del mundo rural de Galicia.
Su participación en la vida cultural y social, se vio reflejada en colaboraciones de “La España Moderna”, de Lázaro Galdiano. Su carácter de mujer fuerte y pensamiento feminista de querer la igualdad, la llevó a un enfrentamiento con la Real Academia Española, por negar esta institución el acceso de las mujeres en la misma como miembros de pleno derecho al igual que el asignado a los varones en sus nombramientos. Fundó en 1892 la “Biblioteca de la Mujer”, publicando durante algunos años la revista “Nuevo Teatro Crítico”. Presidió la Asociación del Ateneo de Madrid desde 1906 y fue nombrada profesora de literatura de la capital de España en 1916.
Obras
Su vida íntima fue calificada en algunos sectores recatados de escándalo, siendo conocidas sus relaciones con Pérez Galdós y con Lázaro Galdiano. Sus novelas últimas serían “Una cristiana”, de 1890, “Doña Milagros”, de 1894 y “Memorias de un solterón”, de 1896 que se aproximan a la estética modernista.
Entre la narrativa destaca “Cuentos de Marineda”, de 1892, “Un destripador de antaño”, de 1900 y “El fondo del alma”, de 1907.
Emilia Pardo Bazán en su amplia historia literaria escribió 39 obras de narrativa, 14 de ensayo y crítica, 5 conferencias y discursos, 10 libros de viajes, 6 obras periodísticas, 9 de teatro, 6 biografías, 5 líricas y una traducción.
La condesa de Pardo Bazán murió en su casa de la calle Princesa de Madrid el 12 de mayo de 1921, casi frente a su residencia se levanta una estatua en su memoria y perpetua el lugar en que residió en vida en la Corte.
En La Coruña, uno de los teatros más prestigiosos de la época llevará su nombre entre 1903 y 1915 denominado Teatro-Circo Emilia Pardo Bazán. Todavía hoy se recuerda con amargura la desaparición de uno de los edificios más bellos y de significado de la ciudad.
El 13 de noviembre de 1907, se acuerda dar el nombre de una calle a esta eximia escritora coruñesa, la longitudinal que, partiendo de la plaza de Galicia y paralela a Federico Tapia, finaliza en Juan Flórez. Para el 15 de mayo de 1916, se descubre su monumento en los Jardines de Méndez Núñez y finalmente en 1979 se inaugura la sede de la Real Academia Gallega, en la casa de su propiedad, ubicada en el número 11 de la calle Tabernas, en cuyo lugar vivió y residió largas temporadas Emilia Pardo Bazán, y que alberga el Museo que lleva su nombre.