Dice su creador que lo que es indiscutible es la tensión de la película porque es una de esas “que te pegan a la butaca”. Ahora si el grado de miedo es mayor o menor es cosa del espectador que se irá el 1 de marzo con “Feedback” a un estudio de radio, “de lo menos explotado en cine porque cuesta encontrar referentes”. Sin embargo, a Pedro le pareció superinteresante, le dio para poner frente al micro a los personajes y a sus sombras, “más humanas y que te hacen ver que son otra cosa” en una trama, con la que se viste de largo, donde los malos no son tan malos “a veces lo que entendemos por eso es que se equivocan con los medios para conseguir un fin que igual no lo es”.
Pedro se queda con los que cometen pifias: “Me encantan los personajes que la cagan, que se equivocan y no son capaces de rectificar, me resulta fascinante y es muy buen material dramático el error en si mismo. Genera conflictos siempre”.
En esta cinta, el audio es la parte más cuidada para conformar “una banda sonora más allá de lo habitual”, una por convencimiento del director al que siempre le costó mimar lo que se escucha y no se ve. Sin embargo, ahora es consciente de su capacidad expresiva y, sobre todo, emocional, muchas veces mayor que la imagen.
Después está la propia naturaleza de la historia, “es un estudio de radio y la radio es la voz y a mí esto me permitió crear suspense, el hecho de que las habitaciones sean contiguas pero estén insonorizadas, que necesiten un estética propia... para hablar de quién oía qué y por qué no oían determinadas cosas”. Pedro sabía que en el sonido había otra película, que iba a cambiar la percepción y la forma de ver la peli. En eso, añade, tuvo mucha suerte al contar con Pelayo Gutiérrez “un grande y de la misma cuerda que yo porque a los cinco minutos de conocernos ya estábamos hablando de un montón de locuras que queríamos hacer”; de eso, dice, que “te das cuenta que hablas de lo mismo sin decir nada”. Él les dijo al equipo que había que pensar “Feedback” como un disco de rock sinfónico, como un bloque, que “casi sucede en tiempo real”, 90 minutos que tienen que ver con lo que es, cine de entretenimiento, donde el programa sigue en el aire y uno irá descubriendo qué ha pasado años atrás, que es lo que hace que esa noche acaben esas cinco personas reunidas allí. Reconstruirá y decidirá a quién creer. Según lo que ellos mismos le contarán.