Realidad, riesgo y sentimientos. Un cóctel que la directora Meritxell Colell ha sabido mezclar, con gran delicadeza, en su película “Con el viento”, una búsqueda de las raíces y de los vínculos afectivos.
¿Cómo definiría su estilo?
Es difícil decir qué estilo tiene uno mismo, pero puedo decir que el cine que me interesa y en el que apuesto por trabajar es aquel que busca el contacto con la realidad y que sea, también, un cine que se transforme con esa realidad.
¿Qué más elementos considera imprescindibles a la hora de hacer una película?
Es imprescindible arriesgar y tomarse ciertas libertades para poder ir descubriendo y explorando. A mí me gusta el cine que te hace vibrar, te entra por la piel y te acompaña después un largo tiempo.
¿Qué supone la película para usted?
“Con el viento” es un aprendizaje y un salto al vacío porque nunca me hubiera imaginado dirigir. Luego, descubres que el cine es maravilloso, si lo entiendes como un espacio colaborativo, donde aprender de su lenguaje y de la vida.
¿A quién se la ha dedicado?
Es un homenaje a mis abuelos y, no solo a ellos, a toda una generación cuyo modo de vida siento que desaparece, que vive el campo y entiende la relación con la naturaleza desde un lugar totalmente distinto. Para mí el cine, también, es ese espacio para dedicar a los seres más queridos.
¿Qué simboliza el pueblo de sus abuelos para usted?
Es ese lugar de conexión con la tierra, con la naturaleza y con el silencio. Es un espacio que te permite pararte, reflexionar y volver al presente.
¿Piensa que la fluidez de la escena mejora dejándose llevar?
En mi caso, el hecho de trabajar sin guion viene dado porque me gusta que los actores sean ellos mismos. Uno puede escribir un guion, pero al final son palabras y están escritas desde la individualidad de una habitación. El cine se hace con la realidad.
Buenos Aires, al mismo tiempo, marcó su vida. ¿Por qué decidió reflejarlo?
La idea parte de que, cuando yo volví de Buenos Aires, me di cuenta de que los vínculos se habían debilitado, a pesar de estar en contacto telefónico. Entonces, me interesó la idea de explorar qué pasaría con alguien que se ha desvinculado mucho más tiempo y saber si es posible esa reconexión.
¿Qué es para usted la danza?
Un arte muy potente y completo para expresar, pero sin delimitarse a un significado. “Con el viento” traza una transformación interior de un personaje en su vuelta a casa y uno puede sentir esa transformación a través del cuerpo. Cuerpo y movimiento son la esencia del cine.
¿Ha tenido dificultades económicas para llevarla a cabo?
Ha sido un proceso largo y complicado. He tenido la suerte de encontrar un compañero de viaje, el productor principal de la película, Carles Brugueras. Siempre es difícil que la gente apueste por una película cuando no conoce a la directora.
¿Qué papel cree que tiene la mujer en el cine actualmente?
Gracias a la crisis, digo gracias y es un poco triste decirlo, ha sido más fácil que tuviéramos más relevancia. Parece ser que hay más confianza en las mujeres con presupuestos ajustados que en altas producciones.