Son poco más de las 9.30 horas. Los pasillos se llenan poco a poco de mochilas que se mueven sin cesar hasta que toque sentarse, de voces mañaneras que llenan el silencio de hace a penas unos segundos. Parece un día normal pero para un grupo de alumnos será un día para charlar de historia y reflexionar sobre pasados, presentes y futuros.
A la emigración, no solo a la gallega, siempre se le ha cantado, se la ha ilustrado y se ha hablado de ella desde la tristeza. Sus historias son cuentos reales sobre unas épocas de carencia y búsqueda de oportunidades con la mirada puesta en el retorno. Los voluntarios del “Espazo +60” de Afundación A Coruña y los alumnos de tercero de ESO de los Salesianos tratan de darle una vuelta de tuerca, compartiendo sus historias de la diáspora gallega.
Reflexión intergeneracional
”Fálame da emigración” es un programa de Afundación cuyo objetivo es proporcionar un espacio de intercambio verbal entre generaciones, acercar a los jóvenes las experiencias de sus mayores en primera persona al tiempo que se incentiva la contribución social de los últimos. Esta iniciativa se inserta en la línea estratégica “el valor de la experiencia” dentro del área de envejecimiento activo de Afundación.
Sus nueve voluntarios –Rosa, Emilio, Isidro, Joaquín, Michelle, Ángel, Casimira, María Manuela y Pepe– han compartido en un primer encuentro sus propias vivencias de la emigración. Ahora es el turno de los jóvenes. A petición de Eva, su profesora, desbarajustan los pupitres para formar grupos de seis. Los voluntarios, que podrían ser sus propios abuelos, son uno más sentado a la mesa. Ellos, que cuentan entre 14 y 15 primaveras, están listos para dejar salir a la luz las historias de sus hogares, esas que hablan de abuelos, abuelas, tíos abuelos y tías abuelas que empacaron un día lo poco que había para buscar algo mejor más allá de los Pirineos o en la otra orilla del Atlántico.
Ampliar horizontes
Las historias que desgranan en voz alta Iván, Javi, Luis y Dani hablan de resignación, esfuerzo, de traspasos de frontera en maleteros, trabajo duro, primeros frutos y ganas de volver. En grupo analizan temas como las motivaciones de la emigración, las dificultades y los beneficios y las causas de los fenómenos migratorios.
Dice Eva que “aprenden mucho, ven a la gente mayor de otra manera, tienen que investigar en sus casas y sus familias agradecen el que los escuchen”. Este viaje a la trastienda de sus historias sirve también de preparación por si tuviesen que cargar la maleta, para que lo hagan con ganas de saber, mejor formados y sin miedo.
Emma responde que “cuando se viaja se tiene que hacerlo con cabeza, sin miedo pero pensando las cosas”. Parece haber seguido el consejo de Michelle y Ángel, ella les dijo que “no tengan miedo de la aventura, de vivir otra cosa, que no se queden solo con lo que tienen ahora” y Ángel espera que “abran horizontes, que no sean cerrados”.
Raquel y Nayeli contestan, en “petit comité”, con la seguridad de un adulto. Es como si esa aula se les quedase ya pequeña. A pesar de que todos saben lo mucho que han cambiado los tiempos, lo fácil de comunicarse en la distancia, Raquel insiste en que “encontrar un trabajo, aunque sea en otro país, es más complicado porque hay mucha gente y muy cualificada”. María, de Afundación, recuerda que “emigrar es duro aunque uno lo tome como una aventura y esté preparado” y resalta la importancia de la humanidad en la acogida porque, al final, como bien dice Nayeli: “Al país al que emigres siempre vas para encontrar más posibilidades que en aquel del que sales, por una razón u otra”.