Por eso, “solo podemos sumar y multiplicar, nunca restar ni dividir” para generar ilusión y continuar en esa labor de llevar la música allí donde la música es necesaria, entidades benéficas o residencias de mayores.
Además, cree que al estar en Monte Alto, un barrio de inquietudes musicales, deberían actuar más en el 15.002 para que los vecinos la sientan suya y se animen a participar en el coro y la rondalla. Ellos le abren la puerta al que quiera. No exigen conocimientos previos. Solo ganas de pasárselo bien y aptitudes sociales. Sus objetivos pasan por encontrar un patrocinador privado porque “estamos sujetos a subvenciones y ya sabemos de la estabilidad de las ayudas”. Con un padrino, la entidad podría aspirar a llenar más el calendario de actuaciones. En la actualidad, el Orfeón Herculino tiene 50 socios externos que dan cobertura a una agrupación de 54 miembros. Es por tanto un esfuerzo personal y económico el que realizan los componentes, algo que “queremos revertir y conseguir con el patrocinador un soporte musical”. El local donde ensayan en la avenida de Hércules no les da muchas concesiones.
Están contentos, pero son apenas doce metros cuadrados y se les hace pequeño, por lo que pedirán un local de participación ciudadana que compartir con otros o un bajo más grande. Su próxima cita será el Encuentro de Música Religiosa, que se celebrará en la Colegiata a primeros de abril.
Se consideran un grupo modesto, aseguran, y lo importante del proyecto son las personas, con más o menos afinación. El Orfeón no descarta ninguna partitura. Según la ocasión, se van hacia un lado o el otro.