Reportaje | Los pasos previos a la genialidad de la Edad de Oro

Reportaje | Los pasos previos a  la genialidad de la Edad de Oro
La exposición se podrá ver hasta el 23 de junio en la sede del Cantón / Quintana

Son la fase previa a la genialidad, pero, en realidad, son una genialidad en si misma que hacen que la comisaria Louise Cooling se emocione describiéndolos. La Fundación Barrié presenta hoy “Trazos maestros: dibujos holandeses y flamencos del Victoria and Albert Museum”, una colección de dibujos que empiezan en el siglo XVI como precuela de lo que florecerá en el siguiente, el de Oro, con los Rubens y los Rembrandt manejando la pluma a su antojo, para enlazar con el XVIII y el XIX, que se abre a la acuarela. 


Son, en total, 90 los que se van a poder disfrutar hasta el 23 de junio, que se completarán con actividades didácticas para las que ya están apuntadas más de 2.000 personas y donde la escuela flamenca conectará con la modernidad y lo digital. En la muestra, en cambio, todo es analógico y al detalle, requiere tiempo para ver la intención y el error, todo a la vez. Se trata de una oportunidad que hasta 2014 solo tenían eruditos y academicistas. Fue por un catálogo del centro londinense que lograron componer el puzzle. 


La experta contó en la presentación que el esplendor vino en parte al momento político, la república Protestante de los Países Bajos al norte y el sur católico, pero, sobre todo, al auge de la clase media que revirtió en nuevas prácticas y otros géneros para expresar. Los trazos marcan líneas del cuerpo que se repiten por encima, ellos juegan sobre el papel a acertar la mejor manera de expresar. Hay mucha temática religiosa y paisaje, con un punto de partida que Louise fija en el estudio que hizo Pieter Coecke van Aelst sobre lo que sería finalmente un tapiz. Es del siglo XVI y concentra muchas escenas juntas sobre “La conversión de San Pablo”, nada que ver con los que aparcan a su lado, de Hans Bol, que retrata el campo ayudado por su imaginación. 


En el recorrido, llaman la atención dos retratos de Johann Thopas, que utiliza el grafito. La técnica se llama por eso plumbazo y entre tanto, Rembrandt se divierte en otra pieza dibujando a su amigo, el actor Willem Ruyter , “divertido y rápido, utilizando tinta y pluma de junco”. Rubens practica próximo. Intenta mejorar sus diseños anatómicos imitando estatuas. Para ello, utiliza tiza blanca y roja. Explica la especialista que aprendió en Italia. 


Louise se detiene ante uno de Van Dyck muy especial, quizás el dibujo estrella de la muestra porque es el primero de cuatro estudios de un “Cristo coronado con espinas”, que se destruyó en la segunda Guerra Mundial. En el boceto se ven los intentos, los elementos que no cohesionan en la composición y un cuello tensionado, el de Jesucristo, que es dolor. Todo con una luz idónea. 


Después, la comisaria quiso poner dos, uno al lado del otro, para que la mirada vea las diferencias. Uno lo firma Rembrandt y el otro, su discípulo más talentoso, Ferdinand Bol, abundante en trazos: “Si se comparan se ve muy bien quien es el genio”, apunta la experta. Porque el maestro representa en la idea con pocas líneas. Simplifica frente al otro, que llena la lámina de ruido. Poco a poco, el siglo XVII adopta distintos paisajes como telones de fondo dorados, idealizados, marinos o rurales, que se inspiran en el orgullo propio y si Rembrandt hacía la mayoría para si mismo, otros depuraron técnicas como la de hacer circulitos para el follaje de los árboles: “Siguen experimentando” y uno camina entre las formas de hacer de Paul Bril o Jan Breughel el Viejo, maneras que se amplían y acaban en un libro de bocetos de Anton Mauve, “que estaba casado con una prima de Van Gogh”.


Representó a la Escuela de La Haya, un paso anterior al impresionismo. Entre acuarelas y gamas cromáticas más tenues, la exposición se despide. A Coruña es la primera parada en Europa fuera del museo británico. Simboliza el antes y el después a la Edad de Oro. Es religión y mitología, personas y paisajes. Acierto y equivocación.

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