Los investigadores de la desaparición y crimen de Diana Quer sospechan que el rianxeiro investigado y que cumple prisión preventiva por esos hechos, José Enrique Abuín Gey, alias “O Chiclé”, pudo regresar a la nave en desuso del lugar de Somoza, en Asados, en la que fue encontrado el cadáver. Desconocen en que momento de los casi 500 días transcurridos en que nada se supo del paradero de la joven madrileña, pero están convencidos en que fue así, y que volvió a esa antigua fábrica de gaseosas para, supuestamente, comprobar como estaba todo.
Esa es una conclusión a la que llegan después de que el detenido indicase de manera espontánea, que le había visto la cara de la muchacha nada más destapar la arqueta del aljibe, que le impresionó y que posteriormente la fondeó, se cree que poniéndole los bloques de cemento. Inicialmente, los investigadores no sabían que entendían lo que les quería decir con esto último, pero luego supusieron que, en un principio, simplemente la introdujo en el pozo y lo tapó, y que cuando volvió a ver como estaba el cadáver fue cuando lo mandó para el fondo. Tras conducirlos hasta allí, “O Chiclé” no quiso ni siquiera acercarse hasta el pozo, simplemente lo señaló, y se mantuvo a una distancia más que prudencial para tratar de no ver nada, y ir allí con mucho miedo. Él se mantuvo con la cabeza agachada e incluso llegó a tapar su campo de visión en dirección hacia el sitio en donde estaba Diana Quer colocándose por detrás de unas escaleras. Fue un perro especializado en búsqueda de restos biológicos el que volvió a marcar ese pozo como el lugar donde estaba el cuerpo de la joven, algo que luego se comprobó con una cámara submarina, tal y como indicó el instituto armado en una comparecencia en la que explicó con profusión la investigación realizada.
El referido comentario que realizó Enrique Abuín Gey se produjo presuntamente en el momento en que condujo a los miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil hasta el sitio donde les dijo que estaba el cadáver de la hija mayor de Juan Carlos Quer y Diana López-Pinel. Parece ser que no hizo ningún otro comentario durante el hallazgo y levantamiento del cadáver de la malograda adolescente de Pozuelo que veraneaba desde hace más de una década en A Pobra. De hecho, hay quien apunta que fue muy parco en palabras desde el momento de su detención hasta su envío a prisión.
Cuando si parece que hizo algunos comentarios fue en el traslado en coche desde la Comandancia de A Coruña hasta la vieja fábrica, como indicaciones al conductor sobre como debía circular por cada tramo viario, pero ninguno de trascendencia, y también en la inspección ocular en la nave, que daba la impresión que conocía muy bien, pues lo hizo para dar medidas aproximadas cuando la Benemérita realizaba mediciones en la misma.