El proyecto del Gobierno local para peatonalizar los Cantones a partir del año que viene siguiendo con el proceso iniciado en La Marina y O Parrote no convence a todos los colectivos implicados, sobre todo a los comerciantes que sienten que se les aislará aún más. Si la actuación planteada por el concejal de Urbanismo, Vivienda, Infraestructuras y Movilidad, Juan Díaz Villoslada, es irremediable, los empresarios y los vecinos demandan que ese nuevo “aislamiento” se compense con un plan de transporte “ambicioso” que permita llegar a los potenciales clientes.
Después de analizar durante unos días el anuncio del concejal Juan Díaz Villoslada sobre la intención del Consistorio de seguir peatonalizando el centro en dos fases –primero desde la zona actual frente a la sede de la Autoridad Portuaria hasta Rúa Nueva y, posteriormente, desde el Obelisco hasta la plaza de Mina desviando todo el tráfico por la calle de Juana de Vega–, los posibles afectados por esta medida coinciden en que para afrontar este nuevo reto a su supervivencia la iniciativa debería compatibilizarse con un refuerzo del transporte público.
Si los empresarios del casco histórico ya se sentían perjudicados por la peatonalización de La Marina y la posterior supresión de los coches del entorno, para la Asociación de Comerciantes de la Ciudad Vieja (Aceca) esta nueva noticia es “preocupante para la actividad comercial” porque tampoco se está facilitando el aparcamiento.
Desde el punto de vista de su presidente, Adolfo López, “no se puede hacer una propuesta sin analizar el conjunto de la situación que hay ahora mismo”. Así demanda al Consistorio que antes de tomar decisiones en firme se convoque a todas las partes para que puedan opinar porque hasta ahora la experiencia del cambio en La Marina y el barrio “no ha sido muy buena” en lo que a pérdida de consumidores y dificultades económicas se refiere.
Para su homólogo en la Asociación de Vecinos de la Ciudad Vieja, Pedro Fernández Roque, una modificación del tráfico en ese sentido no afectaría tanto a los residentes del casco histórico porque ahora ya tienen que llegar a través de los túneles de O Parrote o María Pita y cuentan con aparcamiento reservado –aunque no todos los conductores lo respeten– pero estima que tanto en la zona del Obelisco como en la plaza de Mina podrían vivirse problemas de atascos. Por ejemplo, sostiene que la Rúa Nueva no está “preparada para asumir mucho más tráfico”.
Aunque están “a favor de las peatonalizaciones”, Fernández Roque comenta que “las medidas aisladas no son buenas” y que habría que repensar el modelo de transporte público hacia uno “más eficiente”. Eso sí, cree que lugares con un valor patrimonial como la calle que lleva al castillo de San Antón debería estar libre de circulación rodada.
Otro modelo diferente
En la zona más próxima a la plaza de Mina, el presidente de la Asociación Zona Comercial Obelisco, Javier Mosquera, entiende que la ejecución del proyecto sería “una forma de alejar el centro y reducir la clientela”.
Si bien es cierto que todavía no ha habido una reunión para poner pareceres en común, el representante coincide en demandar un servicio público de transporte que acompañe a la peatonalización porque “si no el centro de la ciudad quedará aislado, más de lo que ya está” y habrá atascos porque las dos formas de llegar serán San Andrés y el Paseo Marítimo. Por ello, cree que a medio plazo perderían clientes.
El máximo dirigente de la Asociación de Hosteleros de La Marina, Antón Sáez, cree que a ellos les beneficiaría la actuación porque “todo lo que sea humanizar” invitaría a que la gente paseé más y disfrute de todo el espacio y de las terrazas.
No obstante, considera que hay que acompasar el proyecto con “un plan de movilidad ambicioso de verdad: no con unas plazas de parking y algún autobús más”. Para él, “puede apostarse por un metro ligero porque la gente no accede al centro y esta zona comercial se está muriendo” y sería la forma de que el entorno sea accesible con cierta facilidad . l