Hace tres semanas que la asociación vecinal de Cuatro Caminos entregó a la empresa adjudicataria las llaves del centro cívico de Santa Lucía. Sin embargo, el edificio sigue igual. No hay visos de comenzar las obras, que se supone tendrían un plazo máximo de ejecución de entre cinco y ocho semanas. Si fuese así, la reforma pondría en órbita al bloque en el mes de septiembre, tiempo suficiente para que el colectivo organizara el espacio de cara al nuevo curso de actividades, pero todo hace prever que no se terminarán según lo acordado.
Por eso y por el año y ocho meses de paralización anteriores, la asociación tiene pensado realizar las clases en el portal de las dependencias que tiene Xustiza Social en el propio barrio. El presidente, Juan Iglesias, explica que “es un poco pequeño, pero malo será que entre la acera y la entrada no podamos hacerlas”.
Así que los apuntados en baile demostrarán sus dotes sobre el adoquín al ser imposible bajo cubierto. Añade el representante que ya son muchos meses de prestado en la sala que les dejó el sindicato UGT en Fernández Latorre. Tiempo suficiente como para salir con los bártulos a la calle a protestar: “En octubre, iremos con los ordenadores y las mesas, espero que la concejala Silvia Cameán nos deje enchufarlos a la corriente de su despacho”, señala Iglesias.
María Pita
Incluso se plantean ir hasta la plaza de María Pita, donde los soportales son más espaciosos y “el alcalde también dispone de corriente”. En el momento en que les solicitaron las llaves, Iglesias recuerda que “iban como con mucha prisa”, pero a día de hoy desconocen la razón del retraso porque “no informan de nada”.
Por otra parte, la rehabilitación solo afectará al interior del edificio, esto es, se cambiarán los suelos, se pintarán las paredes y se adecentarán las salas, en general, pero según el portavoz, en ningún caso se arreglará el origen de las filtraciones por lo que las humedades seguirán siendo un problema: “Caerá agua otra vez”.
Desde que cerraron Santa Lucía en diciembre de 2016, los residentes se tuvieron que desplazar primero a San Diego y esto les afectó en el sentido de que el 50% de los socios de una entidad con más de 25 años se dieron de baja por la distancia. Después los acogieron en la sede de UGT, donde programaron teatro y baile. l