El cierre de Canal Nou ha conmocionado a toda España, por la gravedad de asunto. La Generalitat valenciana se ha visto obligada al cierre de su televisión pública, sumida en la mala gestión y el despilfarro de 24 años de sinsentidos.
Cierra ahogada por unos gastos de personal insostenibles, una plantilla engordada hasta los 1.800 trabajadores, una deuda acumulada de 1.300 millones de euros, y unas audiencias por los suelos.
Y es que, en contra de lo que algunos creen, la administración no puede con todo. Y este es el ejemplo más evidente. En España tenemos trece televisiones autonómicas, que suman un gasto anual que supera los 1.000 millones de euros, y que arrastran unas perdidas de otros 700 millones de euros por la caída de los ingresos publicitarios.
Cifras que deberían hacernos reflexionar, porque se pagan con los impuestos de todos. Creo en la televisión pública como vehículo de promoción de la cultura. Pero no a cualquier precio. Afortunadamente, en Galicia se han hecho bien las cosas y nuestra TVG goza de buena salud.