Podemos ha puesto alto el listón de la ética y ahora no lo alcanza en demasiadas ocasiones. La ética no tiene siempre una relación directa con la legalidad. Hay comportamientos legales que carecen de moralidad o ética. Asistimos a los contratos del hermano de Tania Sánchez Melero, concedidos por el ayuntamiento en que su padre era alcalde y ella concejal. Vivimos la declaración complementaria de Juan Carlos Monedero, que recibió del Gobierno venezolano una subvención en forma de contrato para algo tan importante como un informe para una moneda única para Latinoamérica. Unos folios que le reportaron casi medio millón de euros y que él se olvidó de declarar a Hacienda.
Ahora, Ramón Espinar ha tenido que salir a dar explicaciones por un piso de promoción pública que recibió por asignación directa, sin participar en el concurso de concesión, que no llegó a ocupar y que vendió con una importante plusvalía. Su padre, además, era consejero de Bankia, la entidad que financió la construcción de los pisos. Demasiados puntos oscuros en una operación financiera especulativa que puede que no sea delito, pero que reúne la clase de comportamientos típicos de la “casta” que con tanto ahínco denuncia en Podemos. Ramón Espinar ha sido azote de especuladores en las viviendas de protección pública. Lo ha sido en la Asamblea de Madrid e incluso en conferencias sobre el cáncer de la especulación inmobiliaria que retratan casos como el que el mismo protagonizó.
El asunto lo ha salvado con la explicación de todos a quienes se les ha cogido con la mano en el cajón del pan. Una campaña para desprestigiar su conducta y apartarlo de la política. Argumentos usados por el PP siempre que ha sido sorprendido en fuera de juego. El ejercicio de la ejemplaridad tiene un coste. Hay que ser honrado y parecerlo. Y también exige renuncias cuando se es sorprendido en fuera de juego. La ejemplaridad exige que cuando se presenta la oportunidad de especular se renuncie a ese comportamiento.
Ramón Espinar ha tenido una conducta igual a la de muchos otros, en declaraciones de Pablo Iglesias, cuando ha salido en su defensa. La casta tiene comportamientos contagiosos. Los puros están para denunciar esas conductas. Salvo cuando les afecta, porque ventilan el asunto aludiendo a campañas que se limitan a constatar como los miembros de la casta no sobreviven a cuestiones de oportunidad. Cuando pueden, especulan. Así de claro.