AIGunque no hace falta matricularse, comprar libros, ni uniformes, en el panorama musical sigue existiendo una regla no escrita que señala el mes de septiembre, la llegada del otoño, como inicio de un nuevo curso musical, en el que se editan novedades discográficas de “postín” destinadas al mercado navideño y también es la época en que músicos y artistas se refugia en las madrigueras de las salas, los clubes y teatros para seguir su actividad después de los festivales de verano. A pesar de su menguadas capacidades, los clubes proporcionan el oxígeno necesario que los artistas y grupos necesitan para su supervivencia.
En el panorama discográfico, con la llegada de internet, la edición y distribución se hizo más fácil y con menores costes. Las normas a seguir por las compañías discográficas se han adaptado a ellas y ahora las ediciones se han hecho más flexibles y en muchos casos ya no se espera a estas fechas para los lanzamientos importantes, como se hacía antaño, cuando en el verano los movimientos de producto estaban de vacaciones recogiendo los frutos de los discos editados en la primavera y se reservaban las novedades importantes con marchamo de superventas. A pesar de las innovaciones el otoño sigue marcando los tiempos en la industria musical, a la vista y oído de las ediciones que se anuncian para estas fechas, de artistas objetivo.
El otoño también marca el fin de los festivales al aire libre y el regreso de los conciertos a los clubes, salas y teatros. En ellos, que son la “casa cuna” de infinidad de artistas, cambia la atmósfera ambiental y la proximidad que en ellos se produce da lugar a una mayor comunicación que alimenta el “mecanismo interpretativo” en busca de un mayor lucimiento creativo. En los directos de los clubes se suelen escuchar ejecuciones más intensas y sentidas. Incluso los músicos se “gustan más” que en los conciertos al aire libre y el aficionado lo nota y lo vive y disfruta más directamente. Así que, es tiempo para dar la bienvenida a los conciertos de otoño de los clubes y teatros.