Si bien todo apunta a que el maquinista del tren Alvia siniestrado en Santiago se despistó al encarar “la curva de angrois”, ello no exonera sin más otras presuntas responsabilidades, como las derivadas de la falta de instalación del sistema de seguridad ERTMS en el tramo Ourense-Santiago. Correcta, pues, la decisión del Juez Instructor de tomar declaración en calidad de imputado/s por la posible omisión de elementales cautelas de seguridad constitutivas de imprudencia punible al responsable/s de la seguridad del tramo de autos.
Como expone el juzgador, “si bien las muertes y lesiones que provocó el accidente se encuentran obviamente conectadas con la conducción inadecuada por exceso de velocidad del maquinista, un examen detenido de las circunstancias conocidas en las que se produce el siniestro permite inferir también su conexión con la omisión de medidas de seguridad preventiva de naturaleza vial y, en definitiva, con una conducta imprudente de las personas responsables de garantizar una circulación segura en el ya de por sí comprometido tramo de la vía donde se produjo la catástrofe”. Ante esa situación, “se deberían haber adoptado otros procedimientos que evitasen una predecible equivocación, advirtiendo de un peligro insuficientemente señalizado, pues la señal fija de reducción de la velocidad máxima está tan próxima a la curva que es imposible su corrección manual”.
Añadiendo que, “dada la presunta condición de personas experimentadas y con formación específica de los responsables de la seguridad vial, no podía pasarles desapercibido el peligro cierto de desatención por somnolencia, cansancio o rutina del maquinista”; y que “la advertencia podría consistir en algo tan básico como el establecimiento de señales visuales y sonoras de preanuncio de la limitación de velocidad a medida que el tren se aproxima a la curva”.
Para concluir que, “de haberse alertado previa y suficientemente al maquinista de la proximidad a la curva y del consiguiente cambio de velocidad, lo más probable es que recobrase la atención perdida en la conducción y hubiese ajustado la velocidad”. Elemental. En todo caso, esta búsqueda de la verdad judicial resulta más objetiva que la de quienes insisten a toda costa en “pringar” como único culpable al maquinista.