La dirección de Ciudadanos no se cierra a que Inés Arrimadas pueda hacer algún cambio organizativo, aunque lo desvinculan de las críticas tras el desastre de las catalanas, pero a lo que no ven ningún sentido es a celebrar otra asamblea general y "abrir las tripas" del partido cada vez que hay un revés electoral.
Frenan del todo la posibilidad de celebrar una asamblea ordinaria que, según la corriente Renovadores, están obligados a convocar este año, puesto que la de abril fue extraordinaria, pero desde la dirección explican a Efe que el cónclave de abril de año pasado, aunque se convocó por un hecho "extraordinario", que fue la dimisión de Albert Rivera tras la debacle del 10-N, en realidad fue ordinario.
Fue así, argumentan, porque "se revisó todo el partido", desde la estrategia, a los estatutos pasando por la dirección y el Consejo General. "No podemos estar en una asamblea permanente", insisten al señalar que los problemas que pueda haber en Cs no se resuelven con una asamblea "cada tres meses".
Zanjada esa vía, lo que le queda a los críticos es solicitar un congreso extraordinario y para eso necesitan el apoyo de una mayoría cualificada de dos tercios, bien del comité ejecutivo o del consejo general.
Sobre la posibilidad de abrir la cuota de los miembros de la ejecutiva permanente (actualmente son siete con Arrimadas) como demandan algunos dirigentes territoriales, entre ellos el vicepresidente andaluz, Juan Marín, o el coordinador de la Comunidad Valenciana, Toni Cantó, la dirección afirma que no es descartable, pero que, en todo caso, "no puede haber grupos de decisión de veinte personas".
La última dirección de Albert Rivera se amplió hasta sumar dieciséis personas.
Insisten en que el nuevo proyecto de Cs se está implantando y que hay que dar tiempo al tiempo para asentarse, pero que al margen de que pueda entrar más gente en la cúpula, lo que no sobra es nadie, en alusión a la dimisión del vicesecretario primero del partido, Carlos Cuadrado, que han pedido algunos y que para el círculo de Arrimadas es un capítulo que dan por zanjado.
Y en lo que es la implantación del proyecto de la líder naranja, el partido va a poner el foco en el municipalismo para afianzarse de cara a las próximas elecciones locales y de ahí que el partido esté trabajando para volcarse con los 400 cargos electos que tienen porque, entre otras cosas, son conscientes -dicen- de que ellos deben ser los altavoces de la política naranja.
Por eso, se van a aplicar en recortar la distancia entre la dirección y las organizaciones, sobre todo municipales, pero también territoriales.
Tienen dos años para reforzar esa presencia territorial que han tenido abandonada de cara a la siguiente cita electoral a nivel nacional, aunque antes están las andaluzas del año que viene.
Con ese objetivo, Arrimadas ha empezado a viajar y, después de visitar esta semana Aragón y a su presidente, Javier Lambán, con quien Cs acaba de cerrar un acuerdo sobre los presupuestos autonómicos, tiene previsto ir la semana que viene a Castilla y León, donde Cs cogobierna con el PP.
Quieren además visualizar así que Ciudadanos es un partido útil y en el centro, que puede pactar a derecha e izquierda en función de los intereses de los españoles.
También este año pretenden celebrar de manera presencial su primera convención, aunque si la pandemia no da tregua tendrán que hacerla de manera telemática, una convención que nada tiene que ver con los malos resultados en Cataluña -aclaran- porque está contemplado en los nuevos Estatutos.
Se trata de un órgano previsto para fomentar la participación de los afiliados a través de los coordinadores de las agrupaciones.