Menos en Madrid, en el resto de España cientos de marchas han conmemorado el Día de la Mujer. Hasta el presidente del Gobierno se sumó al carro del feminismo en un acto en el que reclamó “unidad” frente al “odio” de la ultraderecha. Junto a él estaba la ministra de Igualdad, Irene Montero. Tal vez por eso, la petición de Sánchez de unidad tenga un doble sentido, cuando podemitas y socialistas andan a la greña a cuenta de cualquier asunto. Y si a eso le sumamos que uno de los proyectos estrella de Irene Montero, la Ley Trans ha sumido en una profunda división al feminismo, pues eso, que más parecían ganas de choteo del presidente que otra cosa. Porque, la verdad es que la actividad legislativa del Ministerio de Igualdad, al menos hasta el momento es nulo. Cero leyes ha sido capaz de poner en marcha Montero, que acata eso de no poder manifestarse por la calle y achaca la decisión a la ultraderecha. Tal vez por eso, Sánchez compareció en todo momento a la siniestra de la podemita en un escenario cargado de morado. El problema es que el feminismo y trabajar por la igualdad no es eso. Y tendrían que saberlo.