Pablo Iglesias tiene muy mala suerte. Resulta que al final no se podrá marcar un Illa y tendrá que dimitir antes del 30 de marzo si, al final, sigue adelante con su idea de ser candidato a la presidencia de Madrid. La culpa es de una ley autonómica electoral que, en su capítulo de incompatibilidades, recoge que ningún miembro del Gobierno de la nación puede ser candidato si antes no ha cesado de su cargo actual. En Galicia, un alcalde no puede ser candidato a la Xunta si antes no renuncia, aunque un concejal sí. En Madrid, pasa con los ministros, así que Iglesias ya tiene que estar deshojando la margarita.