La historia de los barcos de vapor de la ciudad y las patentes de corso del siglo XIX

La historia de los barcos de vapor de la ciudad y las patentes de corso del siglo XIX
Vista de la ciudad coruñesa y su bahía a finales del siglo XIX

A Coruña tenía un puerto importante el siglo XIX, que acabará convertido en el puerto económico más importante de todo el norte de la península. En este paso tendrá una especial relevancia el asentamiento de las clases burguesas en la ciudad.


En 1842 entra en el puerto coruñés el vapor “Infante Don Enrique”, que era el primer navío construido en España con casco de hierro. Ese mismo año se matricula en la ciudad otro vapor, el cual recibe el nombre de “El Primer Coruñés”. Tenía 180cv de potencia y, el 10 de febrero, inaugura la línea marítima entre A Coruña y Burdeos.


El asentamiento de las clases burguesas tuvo gran relevancia en el impulso portuario

durante el siglo XIX


El negocio marítimo estaba en manos de muchos comerciantes que se dedicaban al tráfico mercantil con Ultramar. Otros, la mayor parte del negocio más lucrativo, lo constituía el dedicado al corso y tráfico negrero, llevado a cabo durante un periodo del siglo XIX por muchos comerciantes afincados en la ciudad, aunque no era una exclusividad de los mismos.


Propietarios

Entre los propietarios de barcos y comerciantes afincados en A Coruña, hallamos a José Alonso, natural de los Ancares (León), que interviene con otros socios en la patente de corso en 1815, con los navíos “Triunfo” y “María del Carmen”.


Anastasio Arana, natural de Vizcaya, se afinca en la urbe herculina y se hace propietario del quechemarín “Golondrina”, con el cual realiza frecuentes viajes a La Habana, a mediados del XIX.


Francisco Pujana envía la “Guaira”, el bergantín “Hermosa Rita” y la balandra “Trinidad” ambas tenían su base en el puerto coruñés, además era propietario de las fragatas “Aurora” y “Esperanza”. Por su parte José Arias y Compañía era propietario de la goleta “Sin Igual” en 1816.


Juan Francisco Barrié D’abadie, emprendedor de origen francés, asentado en A Coruña, procede a armar, en 1804, diversos barcos para el corso, como el bergantín “Mariquita”, los quechemarines, “Santo Tomás”, “El Vengador”, “Los Siete Amigos”, “Nuestra Señora de Begoña” y el de origen portugués “Famanova”, la corbeta “La Herculina” y la goleta “La Gallega”.


Por la ciudad pasaron numerosos barcos de propietarios procedentes de toda la geografía española


Manuel Díaz Tabanera, quien a comienzos del siglo XIX se dedica a la patente de Corso, por medio de las fragatas la “Unión” de 319, hacía el servicio de los Correos Marítimos con el “Antonieta”.


Valencia, Cataluña y Gijón

Miguel Donato, comerciante natural de Játiva se asienta en A Coruña como armador de la fragata “Nuestra Señora del Pilar” conocida también por el cariñoso apelativo de “La Zaragozana”.


Ramón Sánchez de la Barca, era propietario del bergantín “Nuestra Señora del Coro”, siendo uno de los principales contribuyentes de la ciudad herculina en el año 1836.


Juan Nepomuceno Ezcurdía, natural de Gijón, se asienta en la urbe a principios de 1812, estaba considerado como comerciante, pero tenía en propiedad las fragatas “Vicenta” y “Antonia”, así como la goleta “Justa”, llegando a adquirir posteriormente a la sociedad de Francisco Zuloaga, la también goleta “Nuestra Señora del Rosario”.


Francisco Ferrer y Alba, natural del municipio de Vilanova y la Geltrú, se instala en A Coruña, en la segunda década del siglo XIX como comerciante, llegando a ser dueño de los bergantines “Purísima Concepción”, “Aquiles”, “Fernando VII”, “Hércules” y “Victoria”, así como de la goleta “Carmen”. En 1824 se hace con la propiedad de la fragata “Temeraria” mediante un embargo.


También estaban presentes el emprendedor José Antonio Fuertes, armador de los bergantines “Santa Bárabra” y “Esmeralda”; y el ferrolano Ángel García Fernández, dueño del bergantín “El Bravo”.


Más propietarios censados

Felipe González Pola tomó parte en dos expediciones con los bergantines “Albión”, que compartía con Antonio Bertoli, y con el “Jesús, María y José”. En la ciudad también se encontraba el armador del “Nuestra Señora de la Lapa”, Manuel Goyenche.


Fernando Gurrea Martínez, natural de Nájera (Burgos), figura como empresario en el censo de 1807, junto con Romeo González, quién fleta el bergantín “La Mariposa”.


El emprendedor Jerónimo Hijosa Rodríguez nace en Medina de Rioseco (Valladolid) y se afinca en la ciudad sobre 1712, momento de liberalización del comercio de las Indias. Destinó al tráfico con Cuba a cuatro de sus seis barcos de forma ocasional entre 1779 y 1784, armando al corso a los navíos “Infanta Carlota”, al que cambia el nombre por “El Halcón”, al “Santiago de Galicia” le llamará “El Trueno” y el “Infante Don Carlos”. En 1788 la compañía Hijosa, junto a Ibáñez Reguest, fletan dos barcos de la Real Compañía Marítima de Galicia, fundada por ambos para la investigación pesquera y proponer nuevos caladeros.


Pedro de Llano fue capitán de los Correos Marítimos. Se instaló en A Coruña una vez jubilado y desarrolla una importante actividad comercial, ejerciendo también de naviero. Uno de sus barcos era “La Chata”, que prestó servicios en los Correos.


Por su parte, Juan Bautista Larragoiti, natural de Vizcaya, se asienta en la Coruña, a finales del XVIII, propietario de la fragata “Aurora” que destina al corso. José Pastor Rodríguez, importante comerciante coruñés, fue dueño del bergantín “Los dos Hermanos” y conocido también como “El Rayo”. Como se puede apreciar el puerto coruñés era entonces un hervidero de barcos en las diversas travesías. 

La historia de los barcos de vapor de la ciudad y las patentes de corso del siglo XIX

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