Qué agradable debe ser para un buen patriota el ver que cuanto más se sacrifica por la patria más dinero ingresa en su cuenta corriente! El periodismo y la política nos ofrecen numerosos ejemplos de hombres cuya fortuna ha ido aumentando a medida que aumentaba su patriotismo y que, al final, cuando hablaban de la patria pensaban en el talonario, y cuando pensaban en el talonario, hablaban de la patria.
Estas líneas no las escribió un descastado, sino un liberal en sentido clásico tirando a conservador, ni las ha escrito cualquiera de estos días en que tanto menudean los políticos y los periodistas a los que la patria no se les cae ni un instante de la boca, sino en 1920, a poco de concluida la Primera Guerra Mundial. Las escribió Julio Camba, maestro de columnistas de derechas y de izquierdas, en uno de los artículos que componen su libro “Aventuras de una peseta” y que, como corresponsal por esos mundos, mandaba a los periódicos que los apreciaban y que, por apreciarlos, se los pagaban, si bien como de toda la vida se han pagado las columnas literarias y de opinión, mal. Diríase que la patria, efectivamente, ha procurado siempre excelentes dividendos a quienes se han dedicado a hablar de ella como cosa enteramente suya, esto es, a poseerla, pero desde que a los catalanes les entró fuerte, más fuerte de lo habitual, la Tramontana, lo de hacerse adalid, portavoz único o mártir sacrificado de ella, se ha incrementado la remuneración, así en España como en Cataluña, donde las respectivas patrias parecen querer haber sido patrimonializadas, privatizadas, robadas al común, por gente para quien ésta se ha constituido en su ocupación exclusiva, y no digamos tras los indultos a los cabecillas del “procés”. Ha habido tipos, como cualquiera de los jerarcas nazis a los que se atribuye la frase, que cuando oían la palabra “cultura”, echaban mano a la pistola, y ha habido y hay otros que cuando oyen o pronuncian la palabra “patria” piensan en el talonario. Es como si se hubiera creado, consolidado más bien, la profesión de patriota, o sea, el patriotismo como profesión, y a la mayoría de los españoles, que son patriotas normales, sin cobrar nada ni ganar nada material con ello, amateurs como si dijéramos, le empieza a escamar, o debería empezar a escamarle, semejante proliferación de patriotas al cuadrado. Y es que, si lo que se busca no es el talonario, lo que aspira hacer con la patria un patriota desinteresado es dejarla en paz. En paz.