No sé si el pollo mallorquín que engaña a las chicas con las que se acuesta para copular con ellas sin preservativo, y que lo proclama en las redes partiéndose de risa, es un “influencer”, un “tiktoker” o un “youtuber”, pero sí que es, de entrada, un perfecto imbécil, circunstancia que ignoro si atenuará o no la calificación que de sus actos confesos haga la Fiscalía que, al parecer, ha sido interpelada para estudiar su caso. Un imbécil es, según el diccionario de nuestra lengua, un individuo escaso de razón, pero con este muchacho se queda tan corta la definición, que se hace necesario agregar el adjetivo “perfecto”.
A pesar de ello, o más bien gracias a ello precisamente, la criatura de marras tiene no sé cuántos millones de seguidores en Instagram y otros tantos en esa marcianada del Tik Tok, lo que le produce unos ingresos mensuales que ya quisieran obtener en un año tantos trabajadores o tantos chicos de su edad que para pagarse los estudios tienen que emplearse de “riders” o de camareros. Todos esos millones de seguidores, ¿qué es lo que siguen? Aterra suponer que la estela que traza su modelo.
Por fortuna, hay otra clase de “influencers”, de “tiktokers” y de “youtubers”, una clase distinta a la de esos que cuentan en las redes sus abusos sexuales o que se piran a Andorra para no contribuir en España a la compra de una sola vacuna. Hay habitantes de esa galaxia paralela, apócrifa y pueril de las redes que no están ni absoluta ni definitivamente alejados mentalmente de ésta, de la real y verdadera, y una de ellas es la cubana Dina Stars, a la que vimos como se la llevaban y la desaparecían cuando desde su galaxia trataba de ocuparse de ésta, contando por los resquicios del apagón de internet lo que está ocurriendo en su desventurado país.
Lo que está ocurriendo en Cuba, a los cubanos, es lo que viene ocurriendo desde hace mucho pero silenciado, u obviado, por un turismo tóxico, ora bienintencionado, ora sexual, y por un romanticismo tan afectivo como falsificado y espectral. Lo que está ocurriendo no es sino la gota que con la pandemia ha desbordado el vaso de las extremas carencias de la población, producto del embargo yanqui y de la inepcia y corrupción del régimen. Carencia de alimentos, de medicinas, de libertad.
Mientras el imbécil se descojona contando los ultrajes que comete, una paisana de su galaxia, la cubana Dina, era arrestada por huir de la imbecilidad.